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De: SALVA (Mensaje original) |
Enviado: 14/03/2010 15:12 |
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De: SALVA |
Enviado: 14/03/2010 17:08 |
Dónde puede dejarse el alma, dónde? Dónde dejarse el alma si no hay dónde. En un lugar de un momento cualquiera según vamos caminando; en un verso guardada; en cualquier tarde de éstas caminando; en una tal vez mirada que nos mira; en cualquier labio, en una calle cualquiera de cualquier parte, sin saberlo.
JUAN A. MUÑOZ ROJAS |
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De: corazon |
Enviado: 14/03/2010 19:33 |
que original tu mensaje salvador muchas gracias corazon
besitos
SILVIA |
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De: SALVA |
Enviado: 14/03/2010 19:56 |
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Enviado: 14/03/2010 12:26 |
Rosa de siempre
Tú de verdad y para ti mi vida, Rosa de siempre lo mortal te sabe de memoria y amor. ¿Qué en ti no cabe? Mi verso para ti. Tú, su medida.
Pedazo de mi tiempo, de mi herida, me llevas y te llevo, mar y nave, ¡oh, Rosa, ¿qué hará el labio que te alabe mas que alabarte? Lo fugaz se olvida.
Pero nunca la luz. El viejo río seguirá su camino al mar, la nada. Por los aires de Dios la primavera
seguirá proclamando el poderío de lo que pasa. Oh, Rosa condenada por dentro a florecer, morir por fuera.
JOSE A. MUÑOZ ROJAS
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De: SALVA |
Enviado: 14/03/2010 22:44 |
Si te llamo azucena, si te llamo...
Si te llamo azucena, si te llamo, ¿a qué jardín del mundo no le obligo? Si te digo romero, si te digo, ¿a qué monte del mundo no reclamo
que tenga tu color y olor? Te amo por el romero en ti, porque te sigo como a jardín del alma que te digo, como monte del alma que te llamo.
Y con tanto nombrarte y renombrarte sin variar de nombre, a cada cosa bella, la voy llamando con mi acento
y la dejo morir al silenciarte, y si digo azucena y digo rosa, las nombro a ellas, pero a ti te siento.
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De: SALVA |
Enviado: 15/03/2010 08:35 |
A ti la siempre flor, la siempre viva...
A ti la siempre flor, la siempre viva raíz, la siempre voz de mi desvelo; a ti la siempre luz, el siempre cielo, abierto a dura piedra y verde oliva.
A ti la siempre sangre fugitiva de cuanto en ti no halló razón y celo; a ti mi siempre verso, el siempre vuelo del torpe corazón y ala cautiva.
A ti mis pensamientos aguardando antes de amanecer a que amanezca, para montar su guardia a memoria;
a ti mis dulces sueños entornando puertas al alba porque no amanezca, y se pierda en la luz tu tierna historia
Juan Antonio Muñoz Rojas
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De: SALVA |
Enviado: 16/03/2010 00:01 |
La dicha, ¿qué es la dicha? (La palabra no me hace feliz, dicho de paso). Yo diría que es sencillamente ir contigo de la mano, detenerse un momento porque un olor nos llama, una luz nos recorre, algo que nos calienta por dentro, que nos hace pensar que no es la vida, la que nos lleva, sino que nosotros somos la vida, que vivir es eso, sencillamente eso.
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De: SALVA |
Enviado: 16/03/2010 08:35 |
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Enviado: 16/03/2010 00:44 |
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Enviado: 16/03/2010 00:42 |
Para que algo quede de este latir, para que, si alguien quiere mirarse, pueda; para calmar quizá alguna sed, y que alguien diga «a mí me pasó algo semejante». Los poetas estamos para eso: para ofrecerles tránsito a los demás, para que se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen un poco más allá, en medio de tanta oscuridad como nos circunda. A veces nada tiene sentido, ni siquiera que me des la mano o ese limón redondo tan bello en la vereda. A veces lo que tiene sentido no tiene sangre, ese poco de sangre por la cual se muere. Todo es ganas de morir de otra manera, ganas de imitar a los ríos y que la tierra vea que hay otras aguas y otras penas, y los cielos contemplen misericordiosamente nuestras peregrinaciones. Tu oficio, poeta, es contemplar, que todo se te escriba dentro; luego, quizá leer allí mismo, quizá decir a los otros lo que allí mismo, escrito, tú lees.
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De: SALVA |
Enviado: 21/03/2010 08:16 |
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Etereidad
Y se queda uno con la esperanza,
colgando de su delgado hilo
de tantas cosas colgando,
de tantas esperanzas deshaciéndose,
con tanto temor oculto,
con tantos olvidos como caben
en un instante, tantos olvidos
vividos y padecidos,
como para llenar una estrella.
Y esa mujer que llegó hoy con su misterio,
con su etereidad, que lo hace posible,
que la define y la sostiene
y ha dejado la casa
llena de su misterio.
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De: SALVA |
Enviado: 21/03/2010 08:59 |
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Enviado: 22/01/2010 06:33 |
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Nunca como antes y siempre...
Nunca como antes y siempre como antes. Son los lugares mismos, la mano misma que te escribe. ¿El agua misma la que corría entonces? Estas luces de finales de mayo, son las del mayo aquel, cuando entre los granados me dijiste: Te quiero como nunca. Yo te dije: No me hables de nuncas que no existen, sino de siempres nuestros para siempre, o quizá todavías que nos aguardan.
José Antonio Muñoz Roja
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De: SALVA |
Enviado: 22/03/2010 10:57 |
¿Adonde te escondiste, Amado,
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, ¡y eras ido!
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
CANTICO ESPIRITUAL
SAN JUAN DE LA CRUZ
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