Este dilema que enfrentamos crea bastante lucha en la vida.  Aunque podemos luchar externamente con diferentes circunstancias y situaciones, los sentimientos emocionales asociados con ellas son siempre los mismos: frustración, resentimiento, ira, etc.  Es como haber caído en arenas movedizas, y la única manera que conocemos para liberarnos es luchar.  Lo que encontramos es que cuanto más luchamos para salir, más profundo nos hundimos.
Esta difícil situación es ilustrada por el comportamiento compulsivo.  Las cosas que hacemos, que no deseamos hacer más, constituye nuestro comportamiento compulsivo.  La característica del comportamiento compulsivo es que es reactiva por naturaleza.  En otras palabras, lo hemos hecho antes de que fuéramos conscientes de que lo hicimos.  Dado que no nos gusta eso, nos venimos abajo por haberlo hecho nuevamente.  Esto solo sirve como semilla e incrementa la intensidad de lo que hicimos y que no nos gusta, así que se vuelve una fuerza más intensa dentro de nosotros, apremiándonos incluso más para hacerlo la próxima vez. 

Una regla simple:

Hay una relación inversa entre luchar con un problema y comprender el problema.  Comprender como funciona realmente el sistema emocional permite la resolución de problemas sin lucha.  Esta comprensión es la llave para desbloquear la entrada emocional para entrar al reino de los sentimientos divinos dentro de nosotros, la creación de felicidad en la vida, esa que merecemos experimentar.