¿Admiramos en el infante su habilidad para aprender la estructura de las palabras, con el fin de relacionar los elementos esenciales del lenguaje escrito en los textos de lectura y así lograr la comprensión de la lectura?
¿Aprobamos en el joven adolescente su natural desenvoltura con los grupos amicales con el objeto de interactuar comunicación de sentimientos, pensamientos, opiniones, conductas a fin de ampliar su campo de amistad como valor intrínseco en el desarrollo de su personalidad?
¿Elogiamos en los estudiantes de institutos tecnológicos, pedagógicos y universitarios su aptitud mental positiva proyectada para el éxito de un oficio o una carrera profesional que redundará en su autoestima personal?
¿Aplaudimos en el ciudadano adulto su responsabilidad para confrontar situaciones de riesgo físico en el desempeño de sus labores con la esperanza de recibir una remuneración económica que permita solventar sus necesidades básicas de alimentación, vestido y de salud?
¿Ensalzamos en nuestras madres el esfuerzo sobrehumano, valiente, decidido, solidario, colaborador, desinteresado, arriesgado, sacrificado en beneficio de sus seres queridos, procreados en su vientre materno, para felicidad de su admirable existencia bendecida en el amor familiar?
¿Aclamamos en nuestros padres su valeroso despliegue paternal como jefe de familia, a fin de cumplir pacientemente el mandamiento legado de generación en generación para redimir el pecado divino, cuál es: ganarás el pan con el sudor de tu frente? ¿Admiramos en los ancianos jubilados su desprendimiento desplegado en beneficio de sus hijos (as), como última voluntad de sufrido pensionista sabiendo que sus facultades afectivas disminuirán con la sobrecarga del estrés que conducirá su corta existencia?
¿Comprendemos en los hijas (os) su dificultad para comunicar sus inquietudes relacionados con su desarrollo emocional y sexual, a fin de confiar sus más íntimos secretos y ser escuchados antes de tomar decisiones obligadas (os) por el ambiente social de la que se rodean?
¿Valoramos en el amigo (a) su sinceridad, su lealtad, su nobleza, su probidad, su franqueza, su honradez y su identificación solidaria con nuestros problemas personales arriesgando en muchos casos su economía familiar?
¿Evaluamos en el vecino su comportamiento colectivo en las campañas de aseo, limpieza y salubridad de la localidad como principio solidario de participación ciudadana en la mejor imagen turística de nuestro Centro Poblado?
¿Hemos olvidado nuestro compromiso ancestral de cultivar valores morales de solidaridad, fraternidad y cooperación para comprendernos como seres humanos?
¿Hemos mejorado nuestra calidad de vida potenciando la creatividad de aunar voluntades de identificación con las buenas obras que permanecerán en el corazón cristiano?
¿Hemos perdido nuestra capacidad de emocionarnos con estas bendiciones de la vida, que son sensaciones percibidas como estímulo para enmendar nuestras faltas cometidas injustamente con nuestros progenitores?
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