EL HUESO DE CEREZA
Un muchacho puso entre sus labios una cereza, la comio y tiró el
hueso al suelo .
Un viejo recoge el hueso y lo siembra en un terreno labrado, a la
vista del chicuelo, que se ríe de semejante cuidado.
Al cabo de algún tiempo, el chico pasó por aquellos mismos
lugares y vió como el hueso había originado un arbusto.
El viejo sigue cuidádolo, lo poda, lo injerta, defendiéndole
de todo atentado.
-¿Para que tantos cuidados?- se pregunta el adolescente.
Más cuando llegó a ser hombre paseando por el polvoriento
camino, halló el árbol cubierto de frutos, los cuales apagaron
su sed y entonces comprendió la prudencia del anciano.
¡Cuantos proyectos abandonados al principio y que uno más
prudente que nosotros aprovecha!
La mayor parte de los hombres viven a ciegas, sin pensar que
todo germen recogido, puede llegar a ser el origen de una
cosecha.
Y que el más insignificante de nuestros actos es como el
hueso de una cereza.
***
(M. Rosco de Luna)
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*Fondo por Vainica*
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