Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

SEGUNDA LECTURA
En la segunda lectura, San Pablo da instrucciones a su discípulo Timoteo (que preside la iglesia de Éfeso) para organizar las reuniones de oración de la comunidad. Frente a la visión egocéntrica y particularista del judaísmo, Pablo tiene siempre una perspectiva universal.
El primer consejo es, pues, que se hagan oraciones por todos los hombres (quizá de manera especial por cuantos ostentan autoridad, ya que de su buen gobierno depende la vida tranquila y religiosa de los gobernados):
Te ruego, pues, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro.
Aunque en esta carta Pablo trata de dar consejos solo disciplinares, los motivos de esta oración universal son profundamente teológicos:
1º Dios quiere que todos los hombres se salven.
2º Cristo Jesús se entregó en rescate por todos.
Eso es bueno y grato a los ojos de nuestro salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno y uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; éste es el testimonio en el tiempo apropiado; para él estoy puesto como anunciador y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de los paganos en fe y en verdad.
Por tanto, Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

EVANGELIO: DIOS O MAMMÓN
N. B. El evangelio de hoy parece continuación de la profecía de Amós. La misma picaresca, astucia o trampa. Y, como trasfondo, siempre el dinero, designado en las Biblias actuales con la palabra “riquezas” o “dinero”. Las versiones griega y latina, en cambio, emplean el término “mammona”: “mammón” en traducción directa al español. No es fácil precisar el origen de este vocablo. Algunos creen que Mammón fue en tiempos remotos algún dios de las riquezas o de la avaricia; otros consideran la palabra de origen arameo, hebreo o fenicio. Benedicto XVI en una homilía, pronunciada el 23 de septiembre de 2007 en la catedral de Velletri, aclara: “la palabra que usa el evangelio de Lucas para decir dinero - Mammona- es de origen fenicio y evoca seguridad económica y éxito en los negocios”.
Amós escribió hace veintiocho siglos; Cristo, hace veinte. Pero los abusos sociales parecen hacerlos contemporáneos nuestros. Los ricos del tiempo de Amós y el Administrador infiel, que describe Jesús, acuden igualmente a la astucia, la trampa o el engaño, para beneficiarse a costa del prójimo.
Dos bloques desiguales forman el evangelio de hoy. El primero y más amplio (que “se puede omitir por razones pastorales”) versa sobre la parábola del administrador infiel. Acusado de derrochar los bienes de su jefe, y amenazado con el despido (términos de hoy y de siempre), acude a la estafa con su amo para no verse en la calle y desamparado. Sin duda la solución es astuta y sagaz: rebaja en diversos porcentajes las cuantías de los deudores, ganándose así su amistad. Supone lógicamente que, al perder su puesto de trabajo, hallará en ellos la ayuda esperada.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: —Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: — ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, pues quedas despedido.
El administrador se puso a echar cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas: mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: — ¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: —Cien barriles de aceite. Él le dijo: —Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe “cincuenta”.
Luego dijo a otro: —Y tú, ¿cuánto debes? Él contestó: —Cien fanegas de trigo. Le dijo: —Aquí está tu recibo; escribe “ochenta”.
Y el amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. Ciertamente los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
Por supuesto la parábola no es directamente ejemplarizante. En la predicación del reino, el “amo” es Jesús, y Jesús no puede alabar la estafa. Lo que Jesús alaba es la astucia, la habilidad de “los hijos de este mundo” para lograr los bienes terrenos. Y lo que aconseja a “los hijos de la luz” es esa misma habilidad para alcanzar los bienes del reino, los presentes y los futuros.
De manera más particular, ¿hay dinero “negro”, dinero injusto? La mejor manera de “blanquearlo” es invertir en bonos de eternidad, Lo aclara el mismo Jesús:
Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
A continuación recoge Lucas, a estilo ‘sapiencial’, varias sentencias de Jesús relacionadas con la parábola anterior y con el dinero:
—El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honesto en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.
—Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?
— Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro ¿quién os lo dará?
—Ningún siervo puede servir a dos amos: porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo.
Y concluye Jesús con una advertencia realmente muy preocupante:
No podéis servir a Dios y al dinero.
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