¿CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR?
Cuando Jorge Manrique escribió las “Coplas” dedicadas
a la muerte de su padre seguramente no llegó a imaginar
el alcance que llegarían a tener estos últimos versos:
“Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Hoy día es una
afirmación plenamente aceptada por la sociedad, pero
¿es realmente cierto? ¿estamos hoy peor que hace
20 años? Vamos a comprobarlo.
Lo primero es aclarar que por “mejor” debemos de
entender “preferible o más conveniente”. Desde el
principio entramos ya en terreno pantanoso.
Una preferencia está marcada por ser algo bastante
subjetivo y por lo tanto pertenece a nuestro modo de
pensar o sentir y no al objeto en sí mismo. Por lo tanto
, ¿cómo podemos eliminar esa subjetividad para poder hacer
comparaciones sobre las preferencias?
Existe en cada tiempo y en cada sociedad ciertos
rasgos o clichés comúnmente aceptados por
la gran mayoría que podemos tomar como referencia.
Si nos acogemos a ese “sentir general” de la sociedad
podremos encontrar que hay ciertas preferencias por
algunos aspectos que por otros. Por ejemplo, podemos
decir que es preferible que haya más hospitales que
menos, o que es mejor (preferible) que todos tengamos
un salario mínimo a que no lo tengamos. Por lo tanto,
teniendo en cuenta esto podemos eliminar cierta parte
de subjetividad a nuestra comparación entre el
“ayer” y el “hoy”.
Aunque sin eliminarla del todo, con esto hemos
conseguido evitar la primera traba, que son los
recuerdos individuales, incomparables casi en su totalidad.
Todos recordamos aquellas tardes mágicas de Mega-drive
y bocadillos de Nocilla, o aquellos días en los que
dejábamos media paga en las recreativas o tal vez
queden en nuestra memoria recuerdos especiales de aquel
día que por fin conseguimos acabarnos el Super-Metroid.
Pues bien, por muy mágicos y maravillosos que resulten
esos momentos no podemos utilizarlos en ninguna
comparación objetiva. Hablemos de los recuerdos entonces.
Los recuerdos también se definen como una reproducción
de algo anteriormente aprendido o vivido, por lo que
están vinculados directamente con la experiencia.
Según distintos especialistas en psicología,
aferrarse a los recuerdos de una etapa anterior
dificulta de manera evidente la adaptación y el aprendizaje
en las nuevas etapas y los nuevos retos que la vida nos
brinda, llegando a producir inadaptación a la nueva
situación por parte de la persona que practica este
“anclaje al pasado”. Además la nostalgia puede hacer
que el pasado se distorsione, amplificando los efectos de
anclaje. Por esa percepción (no errónea sino subjetiva),
amplificamos demasiado lo acontecido en el pasado
(entre otras cosas debido a la nostalgia),
impidiéndonos disfrutar de manera adecuada las
cosas y vivencias que tenemos en el presente.
Llegados a este punto puede que nos surja la duda
de ¿cómo vamos a comparar dos momentos, sin tener
en cuenta los recuerdos individuales que nos
proporcionan?
Evidentemente siempre podemos encontrarnos
excepciones de personas se encontraban mejor
(y por lo tanto prefieren) otro ámbito u otro momento.
Sin embargo, estas excepciones son minorías y no
afectan demasiado al “sentir” de la mayoría de la sociedad,
ya que si fuera de otra forma esta consciencia social
sería distinta
(Texto de la red)
*Fondo por Vainica*
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