Introducción a la lectura de la Biblia
El nombre: La Palabra “Biblia” proviene del griego τὰ βιβλία, plural del artículo y de βιβλίον, que significa papiro, libro. (Últimamente parece derivar de la ciudad griega de Biblos –Βύβλος-, donde se elaboraban y comerciaban los papiros para la escritura).
Biblia significa, pues, “los libros”. El vocablo, referido a los libros por excelencia —los libros sagrados—, aparece por vez primera en Macabeos (libro I, 12,9); en esa época se refería sólo, como es obvio, al Antiguo Testamento, que narra principalmente la historia del pueblo hebreo.
Más tarde, y a medida que fueron apareciendo los escritos del Nuevo Testamento, fueron incorporándose también a “la Biblia”; el N.T., como todos sabemos, recoge la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje, y la historia y escritos de los primeros discípulos del Señor.
Canon de la Biblia: ‘Canon’ es el elenco o lista de los libros que la Iglesia, por Tradición Apostólica, ha considerado como inspirados o sagrados. Suman en total setenta y tres: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Esta lista o canon fue “declarada” por vez primera por la Iglesia Católica en el Sínodo de Roma del año 382. Posteriormente fue confirmada en el 393 (Concilio de Hipona), y ratificada en el 397 y 419 (Concilios III y IV de Cartago).
El idioma original de los libros santos fue el hebreo, el arameo o el griego “popular” llamado “koiné” o ‘común’.
Variaciones en el Canon (Biblias no católicas): Los judíos de Palestina solo admitían 39 libros del A.T. escritos en hebreo (es el llamado canon corto). En cambio los judíos diseminados fuera de Israel, que no hablaban ya el hebreo, aceptaron el canon largo de Alejandría (una versión de la Biblia hecha al griego hacia el siglo II a.C., y llamada de los “Setenta”, por los setenta especialistas que intervinieron en ella), con 46 libros escritos o vertidos al griego.
Los siete libros de diferencia entre los dos cánones (corto y largo) son: I y II Macabeos, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico, Judit y Tobías. Por haberse incorporado al canon en una segunda etapa se llamaron “deuterocanónicos” (‘deutero’ es término griego que significa ‘segundo’).
Los cristianos, extendidos por el imperio romano y desconocedores en general del hebreo, adoptaron enseguida la versión de los Setenta. Los mismos escritores del N. T. citan la versión griega. Esto motivó que los judíos, para diferenciarse de los cristianos, volvieran —en el siglo II d. C— al canon corto de 39 libros. En el siglo XVI, los llamados protestantes o hermanos separados adoptaron, para el A.T., el canon corto, por lo que su versión de la Biblia, sumados los 27 libros del N.T., consta en total de 66 libros.
Época y geografía de la Biblia: Los libros sagrados se escribieron a lo largo de unos mil años: comenzaron a escribirse hacia el siglo X a.C., durante el reinado de Salomón (970-930), y el último libro, el Apocalipsis de San Juan, se escribe poco antes del año 100 d.C.
Lugares principales de los hechos bíblicos: Para los hechos del A. T.: la Antigua Mesopotamia (hoy Irak, Irán y Siria), Israel actual, la Península Arábiga y Egipto.
Para los hechos del Nuevo Testamento, en tiempos de Jesús, se agregan los territorios ocupados por el Imperio Romano, que abarcan prácticamente la actual Europa, el norte de África y las Islas Británicas.
La Vulgata latina: Aunque en los primeros siglos, antes y después de Cristo, era frecuente en Roma el conocimiento del griego como idioma de cultura, poco a poco fue cediendo importancia en beneficio del latín. Quedaba, pues, muy reducido el empleo de la Biblia en su versión griega de los Setenta. Por esto el Papa San Dámaso encargó a San Jerónimo, uno de los mayores biblistas de todos los tiempos, la traducción de la Biblia al latín vulgar, el que hablaba el vulgo de su tiempo (siglo IV); por eso esta versión se denominó la “Vulgata”, versión que la Iglesia Romana ha utilizado y aún sigue utilizando en la liturgia y en el canto Gregoriano; (el latín se utiliza aún en bastantes documentos oficiales de la Iglesia).
N.B. Al peregrino que visita Belén se le muestra, junto a la Basílica de la Natividad, una serie de grutas excavadas en la roca. En una de ellas se dice que habitó San jerónimo durante treinta años, dedicado a la oración y al trabajo (“ora et labora”, como la norma de los monjes). En esa gruta, hoy apenas habitable, realizó San Jerónimo la egregia obra de traducir toda la Biblia de las lenguas originales al latín.
Versiones al español: Son muy numerosas. Seguramente la más antigua, y usada todavía, es la de Casiodoro de Reina, editada en 1569, y revisada en 1602 por Cipriano de Valera; posteriormente se ha revisado de nuevo en 1862, 1909 y 1960. Sigue el canon de los hermanos separados, por lo que carece de los siete libros deuterocanónicos. Carece asimismo de aprobación eclesiástica, de notas aclaratorias e introducciones: una lástima, porque en estas introducciones y notas se recogen los progresos exegéticos y arqueológicos de los mejores biblistas –católicos o no católicos-. Tiene en cambio abundantes concordancias.
Una Biblia católica se reconoce, pues, por estos signos: introducciones, notas orientadoras, y sobre todo por la aprobación eclesiástica, del Obispo o/y Superior religioso ,que autoriza la publicación con el “Nihil obstat” y el “Imprimatur” (“No hay obstáculo alguno” y “Puede imprimirse”).
*Fondo por Vainica*
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