GRACIAS, SEÑOR, VOY A MORIR AL CABO
En la tarde del Día de Difuntos, quiero presentar unos versos de Miguel de Unamuno (1864-1937). Es el escritor más profundo y representativo de la que —en literatura española— llamamos “Generación del 98”. La esencia de su pensamiento es la contradicción. Sus temas preferidos: Dios, Yo, vida y muerte, inmortalidad, nacer y ‘desnacer’… El propio Unamuno refleja su tragedia íntima en su novela Niebla, “Augusto Pérez”, el protagonista, se encara con su autor, cuando éste decide hacerle morir:
“No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme, ¿conque no lo quiere? ¿con que he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de donde salió. ¡Dios dejará de soñarle! Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos, sin dejar uno… “
Los versos siguientes, sin embargo, parecen brotar de la pluma de un místico (recuérdese el “que muero porque no muero” de Santa Teresa) y no de la de un hombre atormentado por la idea de la supervivencia.
GRACIAS, Señor, voy a morir al cabo;
gracias te doy, Señor;
no más del Tiempo que nos mata esclavo,
¡libre por el amor!
Ahora es cuando el cielo es todo rosa,
canta la eternidad;
ahora es cuando siento toda cosa
bañada en realidad.
Ahora es cuando veo de mi vida
la eterna juventud;
ahora, en la hora al fin de la partida
cosecho mi salud.
Voy a nacer, Señor, voy a nacerla
dentro del corazón,
como en concha del mar nace una perla,
cual flor de su pasión.
¡Voy a nacer, Señor, voy a nacerte,
bendita Trinidad,
Tú, Señor, el Amor, Ella y la Muerte...
voy a ver la verdad!
Ya sé por qué nací, por qué he vivido,
ya sé todo por qué;
ya sé, Señor, al fin, por qué has querido
que viviera, lo sé.
Voy a morir, de este vivir bien harto,
voy al fin a morir,
que ella, mi virgen, con sagrado parto
concluye mi sufrir.
Voy a morir al fin, vengan las alas,
las alas de cantar;
vistiendo del amor todas las galas
quiero hundirme en su mar…
Donde sabes, Señor, me espera un hueco,
cabe el postrer confín,
donde llega a dormirse el último eco
de tu voz… en el fin…
He vivido, he vivido eterna espera
y la esperanza es fe;
he vivido, he vivido, y aunque muera
ya sé que viviré…
He vivido, Señor; ¡gracias, mil gracias,
gracias al fin, Señor;
con la muerte, de vida al fin me sacias,
de vida del amor… !
¡Gracias, Señor; voy a morir al cabo;
gracias te doy, Señor,
que es ahora cuando más tu amor alabo,
gracias por nuestro amor!
Miguel de Unamuno
*Fondo por Vainica *
|