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JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Fiesta de Cristo Rey
Luc. 23, 35-43
Último domingo del año litúrgico. Final definitivo del camino de Jesús hacia Jerusalén. Final también de la vida humana de Jesús y su comienzo en la resurrección.
El mismo Jesús lo había confiado a sus apóstoles durante el viaje: “Mirad, subimos a Jerusalén y se cumplirá en este Hombre cuanto escribieron los profetas: será entregado a los paganos: se burlarán de él, lo insultarán, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán; y al tercer día resucitará” (Luc.18,31).
Extraño final para quienes, días antes, pretendían los primeros puestos del reino (Lc. 22,24).
Para celebrar este extraño final, Lucas (y la liturgia) nos presentan hoy una fiesta-celebración, una apoteosis no menos extraña: una representación humanamente trágica, divinamente gloriosa.
EVANGELIO
La escena se desarrolla en dos cuadros y en las -entonces- afueras de la ciudad, en un lugar llamado la Calavera:
Cuadro primero
Sobre una roca, tres cruces con sendos ajusticiados en ellas. Oficialmente los tres ajusticiados son culpables. En lo alto de la cruz central, un cartel ‘sospechoso’: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Cuadro segundo
Frente a estas cruces, Lucas presenta además, como testigos, tres grupos: pueblo judío, autoridades religiosas y soldados romanos, ejecutores de la sentencia.
(Puede resultar extraño que Lucas, llamado el confidente y cantor de María –la información sobre la infancia de Jesús es casi exclusivamente suya-, no haya presentado junto a la cruz a María, a Juan y a las piadosas mujeres. ¿Quizá por destacar la soledad de Jesús en la cruz? ¿Porque en las primitivas comunidades Jesús ocupaba todo el protagonismo?......)
En un tiempo, como el actual, en que toda información parece girar en torno a números y encuestas, podemos decir que Lucas somete a encuesta el cartel-sentencia de la cruz: ¿Es éste –Jesús- el rey de los judíos? La pregunta no aparece formulada expresamente, pero es sin duda el centro de este evangelio. Y a esta pregunta van a responder los diversos grupos, con su palabra o con su actitud. Comienzan los del
A.-Segundo Cuadro:
1) El pueblo:
La Liturgia mezcla pueblo y autoridades en las burlas a Jesús, o bien omite la presencia del pueblo; pero el texto de Lucas es claro:
El pueblo estaba en pie presenciando la escena
El pueblo, como siempre: a ver qué pasa, masa informe y maleable, sometida al cabecilla de turno, dispuesta a gritar ‘hosannas’ un Domingo de Ramos, o ‘crucifícale’, cinco días después. En todo caso, solo le interesa el espectáculo, sea Jesús rey o no ¿qué más da? (Testimonio negativo).
2) Las autoridades
Las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
A otros ha salvado; que se salve a sí mismo,
si él es el Mesías de Dios, el Elegido
Mateo y Marcos aclaran que son las autoridades religiosas, los jefes de los sacerdotes. Éstos sin duda tienen mayor responsabilidad que el pueblo. Hacen muecas, y sus palabras –de fundamento religioso- apuntan en términos judíos al centro mismo de la autoridad religiosa de Jesús: a sus milagros y a su Mesianidad, es decir, su carácter de Elegido de Dios (en términos romanos el término equivalente a Mesías es Rey). (Testimonio negativo).
3) Soldados:
Se burlaban de él también los soldados,
ofreciéndole vinagre y diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Los soldados romanos eran los encargados de la ejecución. Su actitud burlona y sus palabras concuerdan con las de los jefes de los sacerdotes. (Testimonio negativo).
4) Título de la condena de Jesús:
En el centro de este pasaje evangélico–separando los dos cuadros- Lucas sitúa el cartel de la sentencia.
Había encima un letrero
en escritura griega, latina y hebrea:
«Éste es el rey de los judíos.»
Aunque silencioso, es el más clamoroso de los testigos. Representa la justicia y autoridad romanas. Y en ellas representa a Pilatos: Reconoce que ‘no encuentra causa alguna para condenar’, pero se lava las manos, y condena. Para un romano, un “rey” crucificado es la expresión última del sarcasmo. (Testimonio negativo).
B.- El primer cuadro del texto se desarrolla en lo alto de las cruces:
5) Malhechor ajusticiado primero:
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
- «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Compañero de Jesús en la cruz, su actitud es insultante. Actúa desde el despecho, la rabia y el egoísmo. Lo único que le importa es que alguien le libre de la crucifixión. Y si Jesús no se salva a sí mismo y a los otros dos ajusticiados, no es el Mesías. (Testimonio negativo).
6) Malhechor ajusticiado segundo:
Pero el otro lo increpaba:
- «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?
Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos;
en cambio, éste no ha faltado en nada. »
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
El segundo de los malhechores no increpa, como su compañero de suplicio; no se burla ni ironiza como el resto de los “testigos”. Reconoce su culpa justamente castigada, y la inocencia de Jesús. Confiesa a Cristo como verdadero rey, y suplica esperanzado: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino". (Testimonio positivo).
Veredicto de Jesús:
Jesús le respondió:
«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Jesús no enjuicia a nadie, no condena, ni siquiera sermonea. Sólo comprende, disculpa y perdona a todos. Y en el momento en que ‘el buen ladrón’ lo confiesa en oración humilde, le falta tiempo para premiarlo con el paraíso, es decir, con el reino. Esto solo puede hacerlo con el “sello” de Dios, el Rey de cielos y tierra. En efecto:
por su sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible;
por medio de él fueron creadas todas las cosas:
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es el principio, el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
(2ª lectura de hoy: Colosenses 1, 12-20)
*Fondo por Vainica *
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