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JOSÉ LO SABÍA TODO
¿Las dudas de San José?
Confieso que siento agrado en pensar que José estaba al corriente de la gestación de María por obra del Espíritu Santo. Dicho de otra manera, confieso que tengo poca simpatía por la idea contraria.
Nunca me ha atraído la imagen de un José receloso, algo suspicaz, o temeroso porque ‘las cosas no están claras’. Y ésta es la imagen que, de algún modo, nos transmiten los textos litúrgicos y la mayor parte de las traducciones de la Biblia. Hasta el punto de que, para tranquilizarlo, tenga que venir (aunque sea en sueños) el ángel del Señor y revelarle: “…no temas recibir a María por esposa, porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo”.
No deja de ser cierto que José aparece así como “justo”; sí, pero… Y este “pero” parece proyectar una ligera sombra que empaña el brillo de los ojos, cuando María y José, los dos santos esposos elegidos por Dios, se miran a la cara. Ella podría pensar: ‘¡Cómo me gustaría, José, explicártelo todo!’; y él: ‘No puedo creer que…’
Alguien ha escrito que María, después de la Anunciación del ángel, se fue a Ain Karem, a casa de sus primos Isabel y Zacarías, sin atreverse a decir nada a José; y le pidió a su primo, sacerdote, que fuera él quien le diera la noticia a José.
La situación, propuesta así, no dejaba de ser delicada e incómoda, y hasta se presta a interrogantes nada fáciles de resolver:
Estando María desposada con José ¿podía -razonablemente- ocultarle su gestación? Ella, la solícita, la que al enterarse de que Isabel, su prima, está encinta, acude presurosa a prestarle ayuda; la que, más tarde, en las bodas de Caná, para de evitar el apuro de los novios, ocasiona el primer milagro de Jesús: la que ahora está desposada con José, ¿no se inquieta por la inevitable preocupación de éste?
Ninguna indicación bíblica insinúa que debiera callar, o que su silencio fuera más perfecto que la aclaración del misterio. ¿Podía consentir, entonces, que José, su esposo, sufriera de celos, o se viera precisado a extender el repudio (como marcaba la ley)? El estado de María sólo podía crear problemas a José. ¿Cómo no explicárselo todo?
El texto griego del evangelio de Mateo responde a estas preguntas, y permite otra lectura, tan correcta por lo menos como la tradicional. La conjunción griega ‘gar’ puede significar “porque” o “en efecto”, ‘es verdad que’. Esta segunda alternativa, aceptada cada vez más por los exégetas, elimina las dudas de José y ennoblece sus sentimientos. El mensaje del ángel queda, pues, así: “José, hijo de David, no temas recibir a María como tu esposa, en efecto (como ya sabes) el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. Dará a luz al hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”
Según esta lectura, José no duda de María, conoce por ella misma su maravillosa esperanza, y –humilde y “justo” como es– piensa retirarse de la escena abrumado ante el misterio. ¿Qué misión podía tener él, si María estaba encinta por intervención divina? Lo más prudente parecía retirarse discretamente, “dejarla en secreto”.
El ángel del Señor, por tanto, no intenta sacar de apuros a José, ni despejar dudas sobre la gestación de María. Esto lo sabe ya José y lo tiene asumido. Pero José –le advierte el ángel– no debe retirarse; también él tiene una alta misión que cumplir. Si María es la madre, él, José, es el padre legal; y como padre –le recuerda– debe ‘dar nombre’ al hijo que ella dará a luz.
‘Dar nombre’ significa dos cosas:
por de pronto, imponer el ‘nombre de pila’, que bíblicamente suele incluir también una misión (aquí, el nombre de “Jesús” cuya misión es salvar a su pueblo del pecado);
pero significa también dar al niño personalidad social, enraizar a Jesús –como pedían las Escrituras– en la estirpe de David, de la que José era descendiente.
Mateo lo dice expresamente: Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta…
Así completa Mateo el capítulo 1º de su evangelio, cuya finalidad es presentar a Jesús en el pueblo de Israel (y en la historia). El resumen de este capítulo es:
Título: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (v.1)
Desarrollo: propone tres bloques genealógicos (artificiales, sin duda), de 14 generaciones cada uno. El último eslabón de esta cadena es “José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo” (v.2-17).
El resto del capítulo explica cómo, por el matrimonio de María con José, ‘hijo de David’, Jesús queda también incorporado a la estirpe de David (v.18-25).
José reconoce en el mensaje angélico su misión de padre legal, la acepta, y todo vuelve a la normalidad:
Cuando José se despertó,
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
y se llevó a casa a su mujer.
Y Jesús, el Mesías, venido de Dios por la maternidad milagrosa de María, queda también inscrito -por la paternidad legal de José- en el árbol genealógico de David.
*Fondo por Vainica*
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