SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Solemnidad del 1 de enero
Buena idea la de comenzar el año bajo la protección de María, Madre de Dios. Es éste el título del que brotan todos los demás títulos marianos. Y su celebración data de los primeros tiempos cristianos.
Fue proclamada como ‘Theotokos’ o ‘Madre de Dios’ en el Concilio de Éfeso (año 431) contra la herejía de Nestorio. En Éfeso se habían reunido cerca de doscientos obispos de todo el mundo. Y juntos proclamaron: “Si alguno no confiesa que Dios es según verdad el Emmanuel, y que por eso la santa Virgen es madre de Dios (pues dio a luz carnalmente al Verbo de Dios hecho carne), sea anatema”.
La Virgen María es, pues, la Madre de Dios porque Cristo, su Hijo, es Dios. Se cuenta que la población entera de Éfeso salió procesionalmente con velas encendidas y cantando la segunda parte de nuestra “Ave María”: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".
Esta creencia y devoción a la Madre de Dios data, sin duda, de las primeras comunidades cristianas; “desde siempre”, dice Benedicto XVI: ‘El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre a la Virgen santísima. Expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor’.
Ella, que ya era nuestra hermana, al ser Madre de Dios, ha hecho también a Cristo hermano nuestro; y Ella misma se ha convertido en nuestra Madre. Por tanto, el título de SANTA MARÍA MADRE DE DIOS no nos aleja de Ella sino al contrario: nos acerca a Ella, y nos acerca a Dios.
“En efecto –concluye Benedicto XVI-- al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros y nos ayuda como madre y como hermana”.