EL FRUTO PROHIBIDO
Las lejanas brisas anuncian la
llegada del seco invierno, oscuras nubes rodean el árbol que
fruto a su temporada ofrece, mientras un campesino en su ignorancia las hojas recoge, sin saber que la temporada del árbol caduco se encuentra…
Recogiendo las secas hojas del suelo
se encontraba el vil señor, que de su frente destilaba una gota de sudor que al parecer de vano trabajo arduo la consigue,
persigue un sueño y alza la vista, ve que de el árbol cae una promiscua fruta que a sus pies roda coqueteándole siendo tan madura y tan jugosa…
Con su izquierda mano la toma, la observa, la desea y la lleva a su boca que inundada de saliva esta, codiciando su sabor que a olor se limita. La muerde, saborea, sus pupilas se
dilatan y su respiración se acelera, sale corriendo y huye, y el fruto cae al suelo…
El afable y dulce veneno que sus
papilas gustativas saborean, instantáneamente penetran a su sangre recorriendo
cada arteria de su ser, agudizando sus sentidos teniendo cambios repentinos, actos
violentos y cambios de parecer, en sus ojos podía verse el pecado que en su alma se alojaba, ni las lagrimas de arrepentimiento echaron fuera esa espesa y tenue bruma que
bien se ve de día como ángel…
El tiempo pasa y al parecer persigue a
un tipo, llamado No descanses y apellido Ni un poquito, martirizando
su espalda con látigo desde el ascenso del sol, hasta la caída de la luna, su vida tiene
dos caminos, atarse una soga al cuello y lanzarse al vacio ó ir a la raíz del
anatema y quemar en tinta su cadáver…
Llegando estaba a aquel hermoso árbol
que de su copa caían hojas, las mismas hojas que caían el día
en que su mundo contra el se volvió, recordó el fruto y busco rastro del mismo,
bajó su mirada y vio que a pocos metros del árbol, la tierra fecundaba
una pequeña planta de hojas verdes, pensó arrancarla, pero entendió que
algún día comería del fruto de esa planta…
Tomó un palillo y escribió en la tierra
, “lo que se siembra se cosecha” en esa hora su alma libre fue,
guardo esa fecha en su corazón. El galán árbol de pie murió como el
campesino que la semilla del fruto crecer dejó, dando este, fruto abundante del cual
todos han comido, ¿cómo lo se? Nuestros ojos lo dicen.
JUAN
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