Fortaleza
Al permanecer en armonía con la mente divina, avivo mi fortaleza.
La mente de Dios es la suma de todos los buenos pensamientos. Avivo mi fortaleza cuando alineo mis pensamientos con la Mente Divina. Comienzo con un momento de oración, reconociendo que Dios y yo somos uno. Acepto que toda la firmeza que necesito ya está en mí.
Si noto un área de mi vida que no parece estar funcionando como deseo, hago una pausa para examinar mis pensamientos. ¿Reflejan estos la Verdad de Dios? ¿Está mi atención centrada en la presencia divina? Al enmendar cualquier falta de armonía, puedo sentir cómo la fortaleza de Dios surge de nuevo en mí. En el Silencio, mi mente es elevada al plano de la mente divina, y dependo de ella para la satisfacción de toda necesidad.
En la quietud y en confianza estará vuestra fortaleza.--Isaías 30:15 |
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