TENDER PUENTES
Querido Hijo:
Todo el día, desde que amanece, tu ceño está fruncido.
Tu boca está siempre lista para criticar y tu mirada se ha vuelto
tan dura que tus hijos te tienen miedo y tu llegada no causa
alegría sino pesar en tu hogar.
Siéntate a escucharme.
Quiero decirte qué es lo que trae ira a tu vida. Quiero señalarte
cuál es el problema para que puedas poner un remedio.
Empecemos por tu actitud. Tu tienes actitud de guerra.
¿Sabes por qué lo digo? Porque ante las cosas que pasan en
tu vida, tu puedes reaccionar con una actitud de guerra o una
actitud de paz. Tú puedes convertir cualquier motivo en un
campo de batalla o puedes convertir, ese mismo motivo, en
un lazo de unión.
Tu actitud es decisiva porque es como un espejo a través
del cual ves el camino a seguir. Si tu actitud oscura y estrecha,
los caminos que encuentres van a ser igualmente oscuros y
estrechos. Si tu actitud es amplia y abierta, encontrarás no
uno sino muchos caminos por los que puedes acercarte y
reunirte con los que te rodean.
Si tu cambias tu actitud y pones en ella buena voluntad,
servicio y tolerancia, encontrarás que puedes construir
puentes de unión. Porque ahora, lo único que estás construyendo
son muros de aislamiento y al final, te quedarás solo.
No esperes a que los demás se vayan; no dejes que los que
te rodean te sigan huyendo. Empieza desde ya a establecer
lazos de unión. Ante cualquier situación pregúntate:
´¿Cómo puedo establecer un puente, derribar un muro?´.
Porque la ira es un velo que nubla el entendimiento y la buena
voluntad es un limpiador de entendimientos y aclarador
de verdades.
Después de todo, el primero que saldrá ganando al construir
puentes eres tú porque los muros aíslan y matan la
comunicación, pero los puentes comunican, unen y
funcionan en dos direcciones: de ida y de vuelta. En otras
palabras que lo que tú envíes hacia los demás a través de
los puentes que construyas, te regresará con la misma buena
voluntad y el mismo empeño de servicio que le pongas.
Sólo tienes esta vida para vivirla del modo que decidas.
Tú eres el constructor de tu propio destino. Así que empieza
ahora mismo a derribar muros y a construir puentes. Un día
vas a volver el rostro y vas a ver que tu vida ha dejado de ser
una estrecha celda de rencor para convertirse en una amplia
avenida por donde circulan muchas sonrisas, abrazos
y caras felices.
Tu padre que te ama, Dios.
( Texto de la red)