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De: Sariasm (Mensagem original) |
Enviado: 10/04/2011 17:28 |

En las cercanías de Jerusalén, «a la distancia de quince estadios» (Jn 11, 18), unos tres kilómetros, está Betania, un poblado cargado de recuerdos entrañables de Jesús. Se extiende, a lo largo de la actual carretera de Jericó, en la vertiente oriental del monte de los Olivos con vistas hacia el desierto de Judá. Sus casas se escalonan en la pendiente de una colina y en ellas viven dieciocho mil personas, en su mayoría musulmanes.

La historia de Betania comienza a la vuelta del destierro de Babilonia. La tribu de Benjamín se asentó en varias aldeas de los alrededores de Jerusalén y el nombre de una de ellas era Ananía (Neh 11, 32), de donde procede Bet Ananía, “la casa de Ananías” y, de aquí, Betania, el nombre de los Evangelios. Destruida por Tito, fue renaciendo y en tiempo de los bizantinos se le denominó Lazarium», por el sepulcro de Lázaro, el amigo a quien resucitó Jesús, y de ahí ha derivado a su actual nombre árabe El Azariye.

Betania era un descanso para Jesús. Fatigado de caminar por los campos y colinas polvorientos, bajo el sol y las lluvias, «sin tener donde reclinar su cabeza»; apenado por la incomprensión de las gentes del pueblo y aun de sus discípulos; preocupado por el permanente conflicto con los fariseos, los saduceos y los doctores de la Ley, Jesús se retiraba a Betania para reposar su espíritu y rehacer sus fuerzas en casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Aquella mansión era para él, tan sensible al amor, un remanso de paz donde su corazón podía solazarse y gozar de una verdadera amistad. Marta se afanaba por servir a Jesús y a sus discípulos, prepararles comida y descanso, mientras la contemplativa María, que «elegía la mejor parte», sentada en el suelo a los pies de Jesús, le miraba y le oía. Betania fue testigo de las lágrimas desconsoladas de Marta y de María en las afueras del pueblo, del llanto contenido de Jesús y de la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-44). Betania para los cristianos es amistad fiel e íntima y aquella resurrección, que prefiguró la de Jesús y anunció la nuestra.

Mezclados entre olivos, pinos, árboles en flor, cipreses y campos verdeantes, destacan la blanca silueta de la iglesiade Lázaro, las ruinas de una torre de protección cruzada, el minarete de una mezquita y una iglesia greco-ortodoxa. Arriba al oeste una tapia encierra las ruinas excavadas de la antigua Betania.
La iglesia de la Custodia franciscana resalta por su blancura sobre el paisaje circundante. Fue consagrada el 2 de abril de 1954 y edificada según los planes de A. Barluzzi. Se levanta sobre las ruinas de tres basílicas anteriores: dos de los bizantinos, la del siglo IV, destruida por un terremoto, la del siglo V ampliando la anterior, y la de los cruzados del siglo XII, construidas junto al sepulcro que la tradición judeo-cistiana identificaba como el de Lázaro. Rodean la iglesia muros, pilares, contrafuertes, partes de los ábsides y suelos ornamentados con mosaicos geométricos de las basílicas, y estancias de la abadía de benedictinas, fundada por la reina Melisenda en 1143 y defendida por una torre de protección.
La iglesia ofrece el aspecto de un monumento funerario con un austero campanario. En el interior, que tiene forma de cruz griega, la ausencia de ventanas crea una penumbra ambiental sólo iluminada por la luz que penetra por el oculus de la cúpula central. Este contraste significa el paso de la muerte a la resurrección. En los brazos de la cruz, sendos mosaicos recuerdan hechos de Jesús en Betania: María en casa de Simón el leproso, ungiendo los pies a Jesús (Mt 26, 6-13), María a los pies de Jesús (Lc 10, 38-42), el encuentro de Jesús con Marta y María en las afueras del pueblo (Jn 11, 17-37) y la resurrección de Lázaro (Jn 11, 38-44), realizados según los cartones del pintor César Vagarini. En la cúpula, cuarenta y ocho mosaicos de palomas en vuelo simbolizan el paso a la eternidad figurada en el oculus.

Al salir de la iglesia, hacia la izquierda y unos veinte metros más arriba, debajo de la mezquita, está el sepulcro de Lázaro, custodiado por una familia musulmana. Allí Jesús «profundamente emocionado se echó a llorar». El sepulcro, cuya entrada se abre el un muro de sillería de toscas piedras, es muy profundo. Se desciende por una empinada escalera de veinticuatro altos peldaños tallados en la roca hasta llegar al vestíbulo (3,35 m. por 2,20). En el suelo una losa horizontal cierra la puerta de la cámara sepulcral (2 m. por 2) a la que se baja por tres gradas a través de una angosta abertura. Allí llevaba cuatro días el cadáver de Lázaro en descomposición, atados sus brazos y piernas con vendajes y envuelta la cara en un sudario. Jesús, el Señor de la vida y de la muerte lo resucitó abriendo a los hombres un motivo de esperanza.

La virgen Egeria, en su Itinerario, nos describe la solemne liturgia que, hacia el 400, celebraba allí la iglesia de Jerusalén. En el Lazarium—dice—se celebraba el día quinto de la octava de la Epifanía, la víspera del Domingo de Ramos, ya que «seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania» (Jn 12, 1) y durante la octava de la Pascua. Describe asimismo Egeria cómo en la vìspera de Ramos el archidiácono de Jerusalén invitaba a todos: obispo, sacerdotes, monjes, vírgenes, fieles y catecúmenos, a que peregrinaran a Betania. «La multitud, escribe, se congrega de modo que el lugar e incluso los campos circundantes están llenos de fieles. Allí se cantan himnos y antífonas apropiadas al día y al lugar y se hacen también lecturas apropiadas al día.

Más arriba, se alza la airosa iglesia greco-ortodoxa edificada en 1965 al oeste del sepulcro y las ruinas de la torre que defendía la abadía de las benedictinas. Aún más al este, están las ruinas de la Betania evangélica, rodeada por una tapia y sombreadas por los olivos.
A las afueras del poblado, en dirección a Jericó, hay una piedra en la que dicen que Jesús se sentó para recibir a Marta y a María, y donde proclamó: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque muera vivirá; y ninguno de los que viven y tienen fe en mí morirá para siempre».
(J.M. Lumbreras:En el país de Jesús)
*Fondo por Vainica*
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De: VAINICA |
Enviado: 10/04/2011 18:55 |
Con todas las explicaciones que nos das tan detallada, nos has hecho ir
con el pensamiento hasta la tierra de Jesús, viendo y casi palpando
lo que allí acontenció.
Muchísimas gracias Santiago por tu valiosa aportación.
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