"Tenemos en Jesús un Sumo Sacerdote, que se ha convertido para todos en autor de salvación eterna".
En la lectura de la Pasión intervienen, entre otros, personajes representativos:
Pilato —la autoridad civil— proclama y sentencia:
"Hé aquí el hombre", el hombre auténtico.
El centurión —mundo militar— se rinde ante el Crucificado y confiesa:
"Verdaderamente éste es el hijo de Dios"
Y Cristo, centro de todas las lecturas: Varón de Dolores, Sumo Sacerdote, hombre y Dios, mira hacia nosotros y suplica:
"Padre, perdónalos".
Mira hacia el cielo y exclama:
”Padre, todo está cumplido, en tus manos pongo mi vida”.
Benedicto XVI, por último, pone una nota de perenne actualidad, y describe la escena con una sola palabra:
AMOR.
Y subtitula: "El amor apasionado de Dios por el hombre es tan grande que en la cruz de Jesús, pone a Dios contra Sí mismo, su amor contra su justicia”. (Deus caritas est: N. 10 y 12)
Naturalmente vence el amor.
Aceptemos este amor incondicional que Dios nos ofrece, y correspondamos a ese amor agradecidos.