ANTE CRISTO CRUCIFICADO
DECIMA
de aceptación de la vida y de la muerte
La liturgia se sobrecoge hoy en momentos de gran tensión contenida: silencio absoluto en la procesión de entrada del celebrante, su postración inicial, seguida inmediatamente de las lecturas, la proclamación solemnede la pasión del Señor, la adoración de la cruz: parece que todo quedara sumido en el asombro profundo y mudo de un Dios muerto ¡por amor a sus criaturas! Pero la muerte de Cristo es el comienzo de su triunfo definitivo. Y el cristiano debe sentirse siempre identificado con Cristo, también al final de la vida.
Cristo clavado en la cruz,
que inclinas tu faz, rendida
por darme, en tu muerte, vida
y, en mi noche oscura, luz.
Cuando te miro al trasluz
de mi fe, Jesús inerte,
leo en Ti mi propia suerte:
morir cual grano de trigo,
para renacer contigo,
CRISTO DE LA BUENA MUERTE.