QUERIDA AMIGA LENGUA:
Te escribo para decirte algo muy importante en
cuanto a tu comportamiento, y quisiera que lo recuerdes
siempre, pues parece que tú continúas equivocándote
y la razón de eso es que no has notado varias cosas, que
debes aprender.
En primer lugar recuerda que:
"El mundo está listo a vitorear y pagar las entradas para
ver al atleta que lleva en sus manos un codiciado trofeo,
pero no así a animarlo, cuando tiene que sacrificarse
para comprar su atuendo deportivo". No podemos
cambiar la naturaleza humana, pero sí podemos aprender a
protegernos contra lo que puede ser contraproducente
en nuestras vidas. ¿Y qué es esa protección? El silencio.
Todo lo que hacemos en nuestras vidas, desde los
primeros pasos y palabras de cuando éramos bebés, hasta
los negocios de este momento, todo, es el resultado
directo de una idea que concebí yo primero.
Cuando deseamos algo y nos consideramos capacitados
para lograrlo, experimentamos las más renovadoras
emociones de entusiasmo, alegría, anticipación,
determinación, pasión. Nos sentimos capaces de todo,
y mientras nos encontramos en medio de la euforia,
de esos sentimientos y energías, somos grandes
realizadores de todo aquello que yo he soñado.
Pero cuando yo tengo un sueño, lo concibo, es algo
tan delicado y frágil como una burbuja de jabón.
Para proteger la hermosa burbuja en la que solo
podemos ver reflejado el arco iris, es necesario tu silencio incondicional. ¿Por qué?
Recuerdas la última vez que tú te acercaste a un
amigo a contarle una idea y en cuestión de minutos te
hizo ver cuan descalabrada, poco práctica o ridícula era?
Por el contrario, ¿cuándo
fue la última vez que un amigo te animó en su entusiasmo,
sin expresar reservas?
Lamentablemente, entre la mayoría de las personas
encontramos más críticos que apasionados apoyos.
Cuando algo se encuentra en una etapa tan intangible,
como lo es una idea, resulta muy difícil para otros
entendernos.
En la mayoría de los casos las críticas son bien
intencionadas, pero el resultado es igualmente
fatal, todo lo que se requiere es un para de comentarios
muy sensatos y racionales para hacer desaparecer la
burbuja de jabón que manteníamos a flote con nuestro
entusiasmo y pasión.
Si unas pocas palabras que tú lanzas logran apagar
el ardor y pasión que yo he puesto en la creación, la
idea deja de existir.
El silencio ofrece protección, pero es también un
gran desafío.
Y todo depende en ese momento de ti y de que no hables.
El mismo entusiasmo que sentimos nos hace revelar
a todos el motivo. No es fácil resguardar ese silencio,
pero si tú lo logras nos traerá como recompensa
la veta de oro.
Existe una segunda razón por la cual el silencio es
tan importante. El puro hecho de que tú hables sobre lo
que queremos lograr, sobre lo que vamos a hacer para
lograrlo, sobre todo lo que va a significar en nuestras
vidas el lograrlo, disipa la propia pasión y energía que
necesitamos, yo, y todo el cuerpo para alcanzar la meta.
Al compartir con otra persona me estás haciendo
en cierto modo "disfrutar" de los frutos de mi
idea, y eso disminuye la ansiedad interna, que es lo que
nos impulsa a actuar.
Si observas, verás que hay muchas personas que se
conforman con hablar y hablar sobre sus planes
y sueños y nunca hacen nada por realizarlos, porque
encuentran suficiente satisfacción
con un logro "mental" que pueden compartir
con otros.
Mientras más dure nuestro silencio en torno a algo
que queremos lograr, mayor será la pasión
que crezca dentro de nosotros y nos llevará a actuar,
y eso es lo que hará posible la materializació n de
nuestros sueños.
Una vez que ya nuestro cuerpo ha actuado, que
comenzamos a ver resultados completos de lo que
queremos alcanzar, entonces recién ahí es cuando
podemos comenzar a compartirlo con otros.
Porque a esas alturas no se trata de algo ilusorio que
sólo existe en mi imaginación, sino algo real que ya
hemos comenzado a obtener.
En ese momento la reacción de las otras personas
será muy diferente. No se sentirán en
posición de hacernos ver cuán inconcebible y poco
práctico es lo que deseamos, sino que pasarán a
convertirse en aliados para poder compartir con nosotros
lo que ya tenemos.
Deja de ser una cuestión de poner en duda un concepto
imaginario, para convertirse en una oportunidad
de contribuir y participar en algo que ya se ha materializado.
El silencio a su debido tiempo, es una valiosísima
protección.
Así que mi querida lengua, cambia de actitud lo más
pronto posible, porque si no lo haces, todos los
proyectos y planes, como sueños e ilusiones que yo
concibo, tú me los hechas por tierra siempre, y si no lo haces,
tendré que escribirle a mis amigos dientes para que
cada vez que intentes hablar sin cuidarte,
te muerdan y recordarás lo que tienes que hacer.
Y para despedirme, recuerda que aunque te rezongue
de vez en cuando, te amo mucho...
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(Desconozco el autor)