COMO TU, SAN ISIDRO
Con los dos ojos labraremos la tierra:
Con uno mirando al cielo,
para que Dios bendiga nuestro esfuerzo,
y con el otro, en la zanja,
para que no nos falte el alimento.
Ayúdanos, San Isidro,
a empujar con aliento divino
la aguijada sobre el duro suelo.
Hoy, como nunca, amigo labriego
necesitamos de tus manos
para saber guiar el timón
de nuestra fe, de nuestro ser, vivir y trabajar.
Te pedimos que, ante Dios,
hagas presente la oración
de este pueblo que, con espigas en sus manos,
oraciones en sus labios,
con cestas de mimbres rebosando frutos,
vinos generosos o miel silvestre
o pan recién sacado del horno
ama a Dios sobre todas las cosas
y proclama con la fe de nuestros padres:
¡Bendito sea el Señor
que nos da la tierra que nos devuelve
el ciento por uno
cuando se le trata con
mano humana y abono divino.
Amén.
J. Leoz