El próximo domingo (5 de junio 2011) se celebra el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales. Con este motivo el Papa ha escrito un interesante mensaje sobre el mundo de Internet. Los textos “vaticanos” suelen ser precisos, matizados, y por tanto algo difusos. Consciente de que no todos los internautas los admiten, me he permitido extractar el mensaje y añadirle subtítulos (entre paréntesis). Espero que el Papa me lo perdone. Para desagraviarlo, presentaré luego, para los que lo prefieran, el texto original íntegro.
MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
Queridos hermanos y hermanas
(Cambio cultural de las nuevas tecnologías)
Deseo compartir algunas reflexiones sobre la comunicación a través de internet. Si la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad (novedades en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores), la transformación en las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy.
Nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión. Se presentan objetivos antes impensables, que asombran y exigen seria reflexión.
(Información y riesgos)
Las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad: la aspiración más profunda del ser humano.
Transmitir información en el mundo digital significa introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información. El acto de comunicar se considera diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas.
Todo ello tropieza con algunos límites: La interacción es parcial, se tiende a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, se corre el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.
(Sobre todo en los jóvenes)
De modo especial, los jóvenes viven este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, contradicciones y creatividad propias de quienes se abren a la vida. En el espacio digital se establecen nuevas formas de relación que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Se puede buscar el encuentro personal con el otro, pero se puede también buscar refugio en una especie de mundo paralelo. Establecer “amistades” implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio “perfil” público.
Las nuevas tecnologías permiten encontrarse sin fronteras de espacio y de cultura. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también posibles riesgos. ¿Quién es mi “prójimo” en este nuevo mundo? ¿Nos aleja de los que viven a nuestro lado? ¿Nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al que vivimos? ¿Alimentamos relaciones humanas realmente profundas y duraderas? El contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo.
(Estilo cristiano)
Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa: proponer contenidos religiosos; dar testimonio coherente en el propio perfil digital, concorde con el Evangelio; dar testimonio coherente de quien lo anuncia.
Ser testigos del Evangelio en la era digital exige estar muy atentos con algunas lógicas típicas de la red. El valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la “popularidad” o la atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe ser alimento cotidiano y no atracción de un momento.
La verdad del Evangelio está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.
(Invitación a unirse a la red con testimonio cristiano)
Invito a los cristianos a unirse a la red, porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red desarrolla nuevas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia. Esta proclamación del Evangelio evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, invitándolos a que manifestaran lo que tenían en el corazón.
La Verdad, que es Cristo, es la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido. Los creyentes, con su testimonio, contribuyen a que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías. Los creyentes animan a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, con su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas.
(Invitación a la JMJ)
Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital. Les reitero nuestra cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las nuevas tecnologías. Para quienes trabajan en la comunicación, pido a Dios la capacidad de ejercer su labor conscientemente y con escrupulosa profesionalidad, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 24 de enero 2011, fiesta de san Francisco de Sales.
BENEDICTUS PP. XVI