CANTO A LA EUCARISTÍA
(Fragmento inicial)
En la nada sin nombre, cuando nada existía,
como el temblor posible de un venidero día,
existía el Amor.
¿Por qué quiso el Señor,
que todo lo tenía,
buscar la compañía
de este hermano menor?
Salirse al río de la fuente;
aceptar este riesgo del «otro»: esta inminente
llegada del pecado;
darle nombre y figura al aire despoblado
de perfil y rigor,
sólo pudo ser obra del Amor.
Sólo el Amor podía
plantearse a sí mismo esta querella:
reñir esta porfía,
dar leyes a la estrella,
complacerse en el día
y hacer la libertad para luchar con ella...
¡sólo el Amor podía!
Amor se puso a herrar con su mano encendida
el desbocado potro de la vida.
En todo fue dejando su cifra y poderío:
tú serás la gacela; tú serás el romero;
y tú el mar y tú el río.
Y así fue toda cosa nombre exacto y primero
por obra del Amor.
Y así por la palabra del Señor
fue una mañana el Hombre
y otra mañana la Mujer;
¡oh la primera eucaristía del Nombre
que transubstancia la palabra en ser!
Se casaban el gozo y las querellas,
y la razón y la locura.
Se casaba el Creador con la criatura;
¡se casaba el Amor!
La pasión se casaba con la Idea.
La nada peleaba con el soplo creador.
¡Y de aquella pelea
nacía más Amor!
Dios estuvo en los bosques como un sordo terror.
Dios caminó en los ríos con sandalias de luz.
Luego, como en la entrega de un absoluto Amor.
Dios estuvo en la Cruz.
![](http://img62.imageshack.us/img62/634/bar1033am1cl.gif)
Pero no le bastaba... Quiso estar como pan, como alimento. .
Como vida total: en la frontera
de esa indecisa claridad primera
donde el Amor parece Pensamiento.
Y así -¡terrible intento!-.
tras el Amor creador que daba vida,
vino el Amor del anonadamiento:
el quedarse escondida
la Luz en el racimo y en el pan.
JOSE MARIA PEMAN