El representante del músico no se explica qué pudo llevar a los sicarios a querer
acabar con la vida de Cabral. Según las primeras hipótesis de la policía, los
matones podrían haber ajustado cuentas con el empresario Fariña. El músico
habría sido una triste víctima del tiroteo.
Desde el salvaje asesinato del obispo Juan Gerardi, lapidado en el garaje de su
convento en abril de 1998, 48 horas después de sacar a luz los crímenes del Estado
en el combate a la guerrilla de inspiración marxista, los guatemaltecos no habían
sufrido una conmoción como la que ha significado el asesinato del cantautor argentino.
La noticia corrió como reguero de pólvora y sacó de la cama a todos desde las
primeras horas de un sábado normalmente dedicado al descanso. Las estaciones
de radio interrumpieron su programación habitual para dar a conocer el suceso.
Una población indignada no encontraba las palabras adecuadas para calificar el
atentado en contra de alguien a quien se consideraba "muy próximo". Expresiones como
"damos una muestra de salvajismo al mundo", "no se puede atentar así contra un
hombre que predicaba con el ejemplo sentimientos de paz y amor", eran comunes
en emisoras con micrófonos abiertos para la población.
Desde el lugar del suceso, en Ciudad de Guatemala, Alan Alfaro, periodista de
la televisión guatemalteca T13 Noticias, habla por teléfono con EL PAÍS:
"Al menos 150 personas se han congregado en la zona de Trébol, donde Cabral
ha sido asesinado. Dicen que es una vergüenza, una canallada y una tragedia".
Cabral, de 74 años, había llenado el auditorio en su concierto en Xela, también
conocida como Quetzaltenango, segunda ciudad más importante del país, donde
se había despedido de sus seguidores guatemaltecos porque su estado de salud
"era complicado" y tenía previsto retirarse a Argentina para ser tratado, previo paso
por Nicaragua para terminar su gira.
Pero quien mejor sintetiza el sentimiento de impotencia e indignación es Rigoberta
Menchú, embajadora de Buena Voluntad de la Unesco, título honorífico que compartía
con Cabral, su amigo de muchos años. Bañada en lágrimas y con voz entrecortada,
Menchú, en declaraciones a EL PAÍS, ha descartado que se tratara de un asesinato
atribuible a la delincuencia común. "Es un crimen planificado desde los niveles más
altos de la ultraderecha fascistoide", ha señalado, para subrayar que "fueron a matarlo directamente".
Para la premio Nobel de la Paz, los asesinos de Cabral tenían un plan y una estrategia
perfectamente diseñados. "Tenían una información detallada de sus movimientos",
comenta Menchú, quien subraya que más que el asesinato de una persona,
"esta muerte es un mensaje atemorizante para la izquierda latinoamericana y
un golpe muy fuerte para la presidenta Cristina Fernández, de Argentina, y
para el mandatario guatemalteco, Álvaro Colom".
El hecho de que este asesinato haya ocurrido en plena época electoral
-los guatemaltecos están convocados a elecciones generales el 11 de septiembre-
da al atentado un tinte más oscuro, si cabe la expresión. Para los dirigentes de
los partidos, es un crimen que empaña el proceso electoral. Tradicionalmente,
el año de elecciones se reviste de violencia. Guatemala, con un promedio que
oscila entre los 17 y los 18 asesinatos por día, está considerado como uno de
los países más violentos de América, con índices por encima de países
"formalmente en guerra" como Colombia.
El Gobierno de Álvaro Colom se ha mostrado indignado con el suceso y el
mandatario ha ordenado una investigación exhaustiva. El embajador de
Argentina en Guatemala, Ernesto López, ha exigido a las autoridades locales el
esclarecimiento inmediato del asesinato de su compatriota. Como primer fruto
de la movilización policiaca, un coche de alta cilindrada ha sido encontrado abandonado,
en una de las calles que conducen a la carretera hacia El Salvador, a unos cinco
kilómetros del lugar del suceso. Las autoridades sospechan que pudo haber sido
uno de los vehículos utilizados por los sicarios, toda vez que en su interior se
encontró abundante munición para rifles de asalto AK-47.
Tiroteo con incógnitas
Pero son muchas las incógnitas que deja este asesinato en un país donde los
poderosos carteles de la droga se adueñan de ciudades enteras. A primera hora de la mañana, Cabral abandonó el hotel Tikal Futura, lugar donde estaba hospedado y célebre por alojar
a multitud de artistas. Había salido acompañado de su representante David Ávalos,
que subió en otro coche, y el empresario Henry Fariña, que viajó con el músico en el
mismo vehículo, rumbo al aeropuerto de La Aurora, ubicado a unos cinco kilómetros
del hotel. Según cuenta el periodista Alan Alfaro, al coche de Cabral, una camioneta
Land Rover de color blanco, le seguían otros vehículos donde viajaban sus
guardaespaldas y una patrulla de la policía civil.
En el sector conocido como Trébol, a tres kilómetros del aeropuerto, se produjo la
emboscada contra el famoso músico argentino. En torno al Bulevar Liberación, a las
5.20 horas de Guatemala, dos furgonetas se pusieron paralelas al coche de Cabral,
que viajaba de copiloto junto con Fariña. Los dos vehículos, uno en cada lado del
coche del músico, bajaron sus ventanillas y empezaron a disparar indiscriminadamente.
"Lo hicieron con fusiles, según la policía, y dejaron entre 25 y 30 impactos de bala en
cada lado del vehículo", explica Alfaro desde el lugar del suceso. Fariña intentó escapar de las balas acelerando el coche y terminó refugiándose en un edificio de bomberos cercano donde
irrumpió abruptamente. Cuando los bomberos procedieron a comprobar el estado
de ambos, cuenta el periodista guatemalteco, vieron que Fariña tenía signos vitales
y rápidamente fue trasladado a un hospital. Cabral, con múltiples impactos de bala
en su cuerpo, había fallecido.
Auténtico bardo
A la espera de que se conozcan las causas del acto criminal, lo único cierto es que
Argentina pierde una de sus más ilustres voces y la música latinoamericana a un gran artista, poeta comprometido con su entorno. Nacido en la ciudad bonaerense La Plata en 1937,
Cabral se erigió como un auténtico bardo, sabio y cercano, que con composiciones
sencillas dignificó la música de autor. Pasó una infancia muy difícil, marcada por la
extrema pobreza y llena de infortunios como perder la voz durante unos años o el
abandono de su padre, que obligó a su madre a criar a siete hijos sin apenas recursos.
Según contaba él mismo, se dedicó a la música tras conocer a Simón, un vagabundo
que le recitó el Sermón de la Montaña y le demostró la existencia de Dios. Esta
experiencia fue lo suficientemente mística cómo para llevarle a coger una guitarra
y componer Vuele bajo.
Formado en la escuela de la calle, Cabral se dejó empapar en los cincuenta por el bello
caudal del folk argentino. De esta forma, admiró a maestros como Atahualpa Yupanqui y
José Larralde. De ellos aprendió a dar un acento espiritual a su poesía callejera, cargada
de crítica social e inquietudes existenciales. Durante un tiempo grabó como el Indio
Gasparino, pero su primer gran éxito llegó como Facundo Cabral. En 1970, publicó
No soy de aquí, ni soy de allá, que le permitió compartir escenarios con Alberto Cortez,
Julio Iglesias, Pedro Vargas y Neil Diamond, entre otros. Otras canciones con gran