1Señor, tú me sondeas y me conoces;
2me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
3distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
4No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
5Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
6Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
7¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
8Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
9si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
10allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
11Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
12ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
* * *
13Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
14Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
15no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
16tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
17¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
18Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
19Dios mío, ¡si matases al malvado,
si se apartasen de mí los asesinos
20que hablan de ti pérfidamente,
y se rebelan en vano contra ti!
21¿No aborreceré a los que te aborrecen,
no me repugnarán los que se te rebelan?
22Los odio con odio implacable,
los tengo por enemigos.
23Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
24mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.