Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mayor libertad.
Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrio,
de vuestra mano me fio
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mio.
José Luis blanco