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General: LA HORA DE DIOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Sariasm  (Mensaje original) Enviado: 06/11/2011 17:08

LA HORA DE DIOS

(Mat.25, 1-13)

Otoño con su caída de hoja, la octava de Todos los Santos y fieles difuntos como fin de la vida, el calendario eclesiástico que apura los últimos domingos del año litúrgico: todo parece hablarnos del final, de las postrimerías, del sentido de la propia vida.

Pablo, en la segunda lectura (Tes. 4,13-17), se dirige a su comunidad en términos semejantes: “no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos”. Y hasta parece convencido de que la parusía —la segunda venida del Señor— es inmediata:

Los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos

Ante esta realidad, la auténtica sabiduría del hombre es permanecer en actitud vigilante, asegura la primera lectura (Sab. 6,12-16). No es necesario buscar lejos la sabiduría: está sentada a la puerta… el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones…

Éste parece ser también el sentido litúrgico del evangelio de hoy (parábola de “las diez vírgenes”): estar vigilantes para la venida del Señor, la que sea, porque ignoramos “la hora de Dios”.

BODA JUDÍA

Quizás ayude a comprender el sentido de la parábola recordar el ritual de una boda judía: Ésta comenzaba por la tarde, y duraba varios días, dependiendo de la posición social y económica de los novios. Solía celebrarse en casa del novio. La tarde del primer día, la novia permanecía en casa de sus padres, rodeada de amigas o compañeras. Entrada ya la noche, el novio acudía al hogar de la novia para recogerla y llevarla a la nueva morada. Un mensajero anuncia la llegada del esposo: ‘¡Que viene el esposo!’ Las jóvenes amigas dejan a la novia y se dirigen con antorchas al encuentro del novio. Se inicia luego el cortejo nupcial: la novia, acompañada de sus jóvenes amigas con lámparas encendidas, es conducida de casa de sus padres a la del esposo. El punto culminante de la fiesta lo marca la entrada de los novios en la casa, donde a continuación tiene lugar el banquete de bodas.

LA PARÁBOLA

La parábola se centra exclusivamente en la conducta de las jóvenes acompañantes de la novia:

‘Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que salen con sus lámparas a esperar al esposo.
Cinco de ellas, necias, se olvidan del aceite; no así las otras cinco, sensatas.

Llega el esposo, y las necias piden aceite a las sensatas; pero éstas, temiendo que no haya para todas, se lo niegan.

Las sensatas entran con el esposo al banquete de bodas, mientras que las necias quedan excluidas’.

La conclusión de Jesús es clara:

Velad, porque no sabéis el día ni la hora.

El texto de Mateo, amplio y detallado, se presta a múltiples comentarios: prudencia o necedad de las jóvenes amiga, insolidaridad de las prudentes, la lámpara, el aceite, las postrimerías de la vida, etc. Aunque todos los caminos de entrada pueden ser válidos, la pista de la exégesis auténtica nos la da el mismo Jesús, al final de la parábola: “Velad, porque no sabéis el día ni la hora”.

El centro de interés de la parábola es, pues, la vigilancia personal ante la venida de Cristo, el esposo. ¿De qué llegada se trata: la encarnación, la parusía, el final de cada uno? De todas las llegadas: la advertencia de Jesús no establece límites. Por eso, para tener nuestra hora sincronizada con la de Dios, es necesario estas siempre preparados.

— Los destinatarios inmediatos de la parábola fueron, sin duda, los propios oyentes de Jesús. Con él se hizo presente el Reino de Dios, él era el Esposo que invita a la fiesta de bodas. Pero muchos de esos oyentes no reconocieron su presencia y, aunque invitados, no entraron al banquete del reino de Dios.

— La liturgia de hoy parece aludir con preferencia a la parusía, la segunda venida de Cristo. Con ella, la iglesia de todos los tiempos (también la comunidad de tiempo de San Mateo) pretende urgir su llamada –apremiante siempre- a tomar una decisión ante Cristo y a vivir de tal manera que se esté a punto de recibirle en cualquier momento.

Pero la consigna de la vigilancia se nos dirige sin duda también a todos y a cada uno de nosotros. En la “agenda de Dios” cada uno tenemos señalada nuestra fecha de caducidad terrena, aunque la desconozcamos. Sabemos que llegará esa fecha, pero no sabemos cuándo. Por eso urge tener la ‘lámpara’ preparada, como las jóvenes prudentes. En caso contrario, podría suceder que, por retraso imprudente, se nos cierre la puerta y no podamos entrar al banquete de Dios.

*Fondo por Vainica *



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: VAINICA Enviado: 06/11/2011 17:27
Desde niña me ha gustado mucho esta parábola, siempre me deja una nueva reflexión
hoy me quedo  con: estad alerta, porque no sabéis el día ni la hora en que llegará el esposo
para llevarnos a su encuentro.
Muchas gracias Santiago por tu presencia y participación.
Un abrazo.
 
 


 
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