Mi mujer, que es la soledad,
Consigue que yo no esté triste.
¡Que bueno es para el corazón
tener este bien que no existe!
Me recojo no oyendo a nadie,
No sufro el daño de un cariño
Y, sin que haya nadie, hablo alto:
Nacen mis versos del camino.
Si hay un bien que el cielo conceda
Sumiso a la opresión del Hado,
Deme estar solo- veste de seda-,
Y habla solo- abanico animado.
PESSOA