A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán
y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena,
para rogarte nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos
tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.
Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de
Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para
salvación nuestra y provecho de todo el género humano.
Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de
cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro
socorro haya sido desamparado.
No me dejéis pues a mí tampoco, porque si no, me perderé;
que yo tampoco quiero dejaros a Vos, antes bien cada día
quiero crecer más en vuestra verdadera devoción.
Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera,
no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un gran aprecio
de la virtud, y la tercera, una buena muerte.
Además dadme la gracia particular que os pido en esta Novena,
si es para mayor gloria de Dios, vuestra y bien de mi alma.
Hágase la petición a la Santísima Virgen.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
Madre Inmaculada, ya que estás otra vez con tu Hijo, y reinas con
él en el cielo, mientras nosotros quedamos en esta tierra poblada
de precarias alegrías y de preocupaciones cada vez mayores,
ayúdanos a hacer de este tiempo de Adviento una espera eficaz
que nos santifique y nos consagre al servicio del prójimo.
No se aguarda cruzado de brazos al Señor.
La acción y la oración deben llenar nuestra vida.
Y cuando llegue nuestra hora y tengamos que atar nuestra
gavilla para presentarla al Señor: Madre, quédate a nuestro lado.
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Hágase la petición a la Santísima Virgen.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
Oración Padre, la boca se nos llena de cantares y el corazón rebosa de alegría,
porque se acerca el nacimiento de tu Hijo, que levantó del sueño a los pastores
y sobresaltó a los poderosos. Pero sobretodo llenó de gozo a su Madre María,
que había vivido un adviento de nueve meses.
Ella, sencilla como la luz, clara como el agua, pura como la nieve y dócil
como una esclava concibió en su seno la Palabra.
Concédenos que, a imitación suya, seamos siempre dóciles al evangelio de Jesús
y así celebremos en verdad de fe la Pascua de su nacimiento.
Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
Oración Padre, la boca se nos llena de cantares y el corazón rebosa de alegría,
porque se acerca el nacimiento de tu Hijo, que levantó del sueño a los pastores
y sobresaltó a los poderosos. Pero sobretodo llenó de gozo a su Madre María,
que había vivido un adviento de nueve meses.
Ella, sencilla como la luz, clara como el agua, pura como la nieve y dócil
como una esclava concibió en su seno la Palabra.
Concédenos que, a imitación suya, seamos siempre dóciles al evangelio de Jesús
y así celebremos en verdad de fe la Pascua de su nacimiento.
Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
1. María, modelo de fe, Tú que creíste en la palabra del Angel,
y Dios obró maravillas en Ti, aumenta en nosotros la fe,
sin la cual no podemos agradar a Dios, ni salvarnos.
Ruega por nosotros.
2. María, modelo de esperanza, Tú que esperabas la venida del Redentor,
y el cumplimiento de todas las promesas mesiánicas,
aumenta en nosotros la esperanza.
Ruega por nosotros.
3. María, modelo de caridad, Tú que amabas a Dios como ninguna
otra criatura le ha amado, y nos amas con amor maternal,
aumenta en nosotros la caridad de que tanto necesitamos.
Ruega por nosotros.
4. María, modelo de pureza, que Dios, al hacerte Madre suya,
quiso conservar íntegra tu virginidad, consérvanos
siempre limpios de alma y cuerpo.
Ruega por nosotros.
5. María, modelo de perseverancia, Tú que no volviste nunca atrás
en el camino de la virtud, alcánzanos la perseverancia
en la gracia de Dios, para que no perdamos nunca la amistad con Jesús.
Ruega por nosotros.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! . Amen.
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!
Muchas veces acudimos a su intercesión para tratar de convencer
a su Hijo más rápidamente, sabiendo que Jesús no puede negarle nada
pues Ella siempre le dijo que sí.
La Virgen también nos dice hoy a nosotros: “haced lo que él os diga”.
Nos remite a su Hijo y, ¿qué es lo que Dios quiere que hagamos?
¿cuál es su voluntad? “Esta es la volunta de Dios, vuestra santificación”.
Jesús quiere que seamos santos, que no nos conformemos con ir tirando
o con ser buenas personas. En esta palabra, “santidad”, nos lo
jugamos todo: aquí está el porqué y el para qué de nuestra vida. Ser santo es difícil, no imposible. Lo mejor es que María está empeñada en ayudarnos, a echarnos una mano
en lo que necesitemos, como con el vino de estos esposos el día de su boda.
Hágase la petición a la Santísima Virgen.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Te ofrezco en este día Alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, madre mía!