¡Ah…el amor! Desde que llevamos este ritmo tan trepidante de prisas, de agobios innecesarios, la parlada en la calle con la persona conocida va quedando relegada ¡”Para otro momento”! ¡”En otra ocasión”!
¡Siempre las prisas! Tanta, que ni la presencia del pobre de la esquina vislumbro. Esa persona embutida en su raído gabán sosteniendo entre sus manos como si de una joya se tratase, una simple caja de cartón. Con su mirada ausente no articula ni una sola palabra, para los viandantes es…”el gran olvidado”
El tiempo para él, se ha detenido como se detienen las agujas en el reloj por falta de cuerda. Su tiempo, ni fue ayer, ni es hoy, ni tal vez sea mañana. En su mente no figura la palabra “prisa” pues de ella no depende. La única que tiene sentido es; esa maravillosa palabra llena de magia que económicamente no nos cuesta ofrecer y apenas conoce “Amor”
Cuando llego a casa, al introducir la llave en la cerradura de la puerta me viene el recuerdo, o quizá la llave hurgó en mi corazón, del pobre apoyado en una esquina de la calle por la cual he caminado. En mi intento por llegar rápida me olvidé de depositar una moneda en una “simple caja de cartón”.
¡Qué gran oportunidad perdí! Mi gran obra hubiese consistido en volver a andar lo andado y a buen seguro, él me habría dado las gracias con mucho “amor”.