Que el día que el peso caiga sobre tus hombros y tropieces, el barro baile para equilibrarte. Y cuando tus ojos se hielen detrás de la ventana gris y el espectro de la pérdida se apodere de ti, que una legión de colores, índigo, rojo, verde y azul celeste despierte en ti una pradera de deleite.
Cuando se gaste la lona del barco del pensamiento y una mancha de océano oscurezca tras de ti, que las aguas señales un sendero amarillo de luz de Luna por el que puedas regresar sano y salvo.
Que tengas el alimento de la tierra, que tengas la claridad de la luz, que tengas el fluir del océano, que tengas la protección de los antepasados.
Y que un lento viento te envuelva en estas palabras de amor