|
|
LA ORACIÓN DE LAS COSAS SENCILLAS
Cuentan que en los comienzos de la Orden Franciscana un hermano lego, sencillo y piadoso, le dijo al que años después sería San Buenaventura: “Dichoso vos que sabéis tanto, Padre Buenaventrura, y con vuestra sabiduría podéis dar mucha gloria a Dios”.
Y el P. Buenaventura que, además de sabio, era santo, le contestó: “Y dichoso también vos, hermano, porque Dios –que es amor- no mira la inteligencia sino el corazón, y una humilde obra, hecha con amor, le agrada más que todos los conocimientos, si no se hacen con amor”.
Sta. Teresa, con un sentido práctico de mujer y de ama de casa, lo decía más castizamente con la conocida frase: “Dios anda también entre los pucheros”.
Y José María Pemán, el poeta que embellece literariamente cuanto cae bajo su pluma, acuñó la misma idea en esta
BALADA DE LAS DUDAS DE LEGO
Era ya la tarde y estaban las nubes perfiladas de rayos de sol, cuando iba el buen lego, con su cantarillo, por la veredica, bendiciendo a Dios.
El misterio grave de la hora dorada, lleno de agrio aroma de prados en flor, se le entró en el alma, llenándola toda, con su turbación...
Se sintió pequeño como aquel polvillo donde iba posando su planta... Y pensó: “¿Qué haré yo, granito de polvo en el mundo, por ser grato a los ojos de Dios?
Fray Andrés disciplina su cuerpo sin tenerle piedad. Fray Zenón atruena el convento cantando maitines con hermosa voz.
Fray Tomás se pasa las horas inmóvil levantado en arrobos de amor, y ni advierte las tres campanadas con que la campana llama a colación...”
Al lado de aquellos excelsos varones ¿qué hará el buen leguito para ser grato a Dios? Y con santa envidia murmuran sus labios: “¡Fray Andrés! ¡Fray Tomás! ¡Fray Zenón!”
Y sus ojos buscando respuesta para aquellas dudas de su corazón, se hunden en la tarde que muere sangrando los últimos rayos bermejos del sol.
Todo es paz y orden. Unos tordos vuelan con pausados giros. Camina un pastor. Gime una carreta. Corre un arroyuelo.
¡Todo deletrea como una oración! ¡La oración de las cosas sencillas, que obedecen humildes a Dios!
Y el buen lego descifra en su alma la revelación del arroyo, los prados, las flores, las nubes, las hojas, las aves y el sol...
¡Todo cumple su fin mansamente! ¡Todo sigue un mandato de amor! ¡El llano lo mismo que el pico empinado, que no está por eso más cerca de Dios!
Y el buen frailecito siente que en su alma se le ha entrado un rayo muy claro de sol.
De pronto recuerda que es tarde, y ya es hora de limpiar los platos de la colación.
Y apretando el paso, con simple alegría, corre que te corre... ¿Qué más oración que el ir mansamente por la veredica con el cantarillo, bendiciendo a Dios?
José María Pemán
![](https://lh3.googleusercontent.com/-u4EbQXoecPs/T4mMpxkCQCI/AAAAAAAAC40/uMw7pI1745g/s448/Sariasm-1.gif)
|
|
|