Amarga la fiesta de los sentidos?
En la primera nota a pié de página de la primera encíclica de Benedicto XVI, Deu caritas est (2006), se cita un fragmento de Friedrich Nietzsche, el maestro de la sospecha per difinición, de su conocida obra Mas allá del bien y del mal. "La Iglesia, con sus preceptos y prohibiciones, habría convertido en amargas las cosas más bellas de la vida".
Para comprender esta objeción se ha de profundizar en las maneras como se ha transmitido el cristianismo durante siglos. La transmisión de la fe que muchos han recibido ha sido tan sumamente negativa,que muchos han llegado a la conclusión . expresada por Friedricn Nietzsche, que esta opción amarga la vida, los sentidos , el gozo de existir.
Si realmente entendiese mi vinculación personal con Cristo como un camino para amargarme la vida, para crecer en el fastidiar de existir, de ninguna manera me mantendría firme en esta opción, ni la propondría a las personas que más quiero.
La fé, como relación interpersonal con Cristo, no tiene como objetivo introducir mas amarguras a las muchas que ya nos dá la vida, sino liberarnos o bien darnos coraje y la audacia para afrontarlas con dignidad.
La educación de la fé que muchos han recibido ha sido muy negativa. La obsesión por el pecado ha hecho olvidar la belleza de un corazón puro, abierto a la esperanza. Se ha dejado de lado lo bueno, lo bello, lo divino que hay en esta vida. También una moral de prohibiciones ha impedido descubrir los horizontes maravillosos que se pueden encontrar en las páginas del Evangelio.
Muchas personas que conozco y quiero han recibido esta transmisión de una presentación hostíl de Dios, y esta imagen deformada y grotesca ha dejado marca en su estructura mental y en su vida emocional. Afortunadamente, no ha sido mi caso, porque el Dios que me comunicaron, nada más anhelaba mi bien, mi plenitud, es desarrollo de todos mis talentos. Nietzsche dice que los cristianos seríamos mas creibles si fueramos más alegres.
Tiene toda la razón.
(Francecs Torralba)
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