Once personas se aferraban a una misma cuerda que
colgaba de un helicóptero, diez hombres y una mujer.
La cuerda no era suficientemente gruesa como para
soportar el peso de todos, por lo que decidieron que una
persona debía soltarse. De otro modo, todos caerían.
No lograban elegir quién sería esa persona, pero entonces
la mujer, con voz firme, anunció que se ofrecía
voluntariamente para soltarse de la cuerda. Después de
todo, dijo, estaba acostumbrada a relegar sus intereses
propios, ya que como Madre siempre daba prioridad a
los hijos; como esposa, anteponía los intereses de su
marido a los propios, como hija se doblegaba ante su padre,
como profesional permitía que sus jefes obtuvieran el
crédito por sus logros. Como mujer, dijo alzando la mirada
hacia el infinito y poniéndose una mano sobre el corazón,
su misión en la vida era sacrificarse por los demás,
sin esperar nada a cambio.
Eufóricos de emoción y orgullo, los hombres rompieron
en aplausos...
(Esta historia es para que una mujer tenga un buen
motivo para sonreír hoy... ¡y siempre!
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(Lo comparto de mi correo)
*Fondo por Vainica*
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