¿Qué hay de malo, en querer cuidar
a una mujer, si ella te cuida a ti?
Las mujeres tienen fuerzas y capacidades
que asombran a los hombres.
Ellas, se encargan de los niños, pueden
sobrellevar penas y situaciones muy
“pesadas”, sin embargo tienen espacio
para la felicidad, el amor y la alegría.
Ellas sonríen cuando quieren gritar,
cantan cuando quieren llorar, lloran
cuando están contentas y ríen cuando
están nerviosas.
Pero al mismo tiempo que tienen toda
esa fortaleza interior, son capaces de
esperar impacientes una llamada de
teléfono de su esposo o de sus hijos,
sólo para oír sus voces y saber que
llegaron sanos.
Las mujeres tienen cualidades especiales,
por eso siempre se ofrecen para buenas
causas.
Son voluntarias en hospitales, llevan
comida a los necesitados, trabajan como
niñeras, amas de casa, abogadas y
solucionan problemas entre niños y
vecinos.
Además se adaptan a lo que sea
necesario, por eso usan trajes,vaqueros,
uniformes y minifaldas.
Las mujeres recorren largos caminos
para conseguir la mejor escuela para
sus hijos y la mejor atención para la
salud de su familia.
Ellas no aceptan un "no" como
respuesta cuando están convencidas
que hay una solución.
Saben perdonar.
Son extremadamente sensibles e
intuitivas y los hombres no acaban
de entender por qué ríen o lloran
ante un nacimiento o un matrimonio.
Sin embargo hay más, esa sensibilidad
e intuición también les permite saber
que un abrazo, un beso y decir te amo
en el momento oportuno, puede sanar
un corazón roto.
Una mujer puede lograr que una
mañana, una tarde o una noche
romántica sean inolvidables.
Las mujeres vienen en todos los
tamaños, colores y formas; viven
en casas, palacios o cabañas.
Ellas corren, caminan, pueden usar
un automóvil tanto como una
computadora.
Las mujeres tienen mucho qué decir
y mucho para dar.
El corazón de las mujeres hace girar
el mundo.
Y a cambio, todo lo que ellas esperan
es un abrazo, un beso o una caricia.
El amor que ella entrega apasionada
e inocentemente al hombre a quien
ama, es el mismo que le impulsa a
cuidar a su amado cuando está
enfermo o simplemente prepararle
una taza de té en las frías noches de
invierno.
La belleza de una mujer no está en
la ropa que lleva, en su figura o en
la forma en que se peina.
Si quieres descubrirla, tendrás que
mirarla a los ojos, que es la puerta
de su corazón, donde reside la
esencia de su alma.
La belleza de una mujer aumenta
con el paso de los años.
Comparte este mensaje con tus amigos,
para que sepan reconocer una
verdadera mujer cuando toque a
su puerta y no la dejen ir.
Amor - José Luis Prieto