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General: PAN DE CADA DIA Y PAN DE ETERNIDAD
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Sariasm  (Mensaje original) Enviado: 04/08/2012 21:01
 



PAN DE CADA DÍA Y PAN DE ETERNIDAD

 

 

 

Confieso que, desde hace algún tiempo, cuando me siento ante el ordenador dispuesto a escribir algo positivo, me resulta difícil sustraerme a la idea de la crisis económica. Numerosos mensajes de correo me la recuerdan con frecuencia. Son mensajes de censura contra jefes políticos, bancarios (con frecuencia son los mismos políticos), y de toda entidad o puesto de relieve. Mensajes comprensibles de personas inocentes y ciegamente guiadas desde el estado de bienestar al desierto inseguro y precario de la crisis. Muy parecida es la situación de Israel en la 1ª lectura (16, 2-4. 12-15):

Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto: “…Nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda la asamblea."

 

Actitud humanamente muy explicable. Por mucho que se repitan expresiones como “pueblo escogido”, “pueblo de Dios”, la realidad no dejaba de ser humanamente insostenible. Por medio de Moisés y Aarón, Dios ha llevado al desierto a los israelitas, que están a punto de perecer por falta de alimentos. ¿Puede un pueblo, con el estómago vacío y sin perspectiva próxima de remedio, quedarse mirando al cielo a la espera de un milagro?

Yahvé no reprocha esta actitud de protesta, sino que promete a Moisés un doble milagro:

Mira yo haré llover sobre vosotros pan del cielo.

Al atardecer comeréis carne, y por la mañana os hartaréis de pan,

y así sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios”.

 

Y el milagro se realiza: Bandadas de codornices cubren el campamento, y cada mañana desciende el maná como “pan del cielo”.

Moisés les dijo:" Este es el pan que Yahvé os da por alimento."

Una vez más el milagro como imagen anticipada de lo que Dios dará al mundo en Jesús. Y en el trasfondo, el perenne drama del hombre: alma y cuerpo, espíritu y materia, suspirando y luchando por el pan de cada día.

Existe una analogía entre la vida del hombre en este valle de lágrimas, y la de Israel en el desierto, con la preocupación siempre inquieta por el pan de cada día. También Dios se preocupa de este pan, y quiere que se lo pidamos (“Danos hoy nuestro pan de cada día”); pero la preocupación suprema de Dios es darnos el pan del cielo para la vida eterna, como dice hoy Jesús en el evangelio de Juan (6,24-35).

Ha quedado atrás (domingo pasado) la milagrosa multiplicación de los panes y los peces. La gente busca, no obstante, al taumaturgo capaz de alimentar a 5000 hombres en la soledad árida del “monte”. Como los niños, como los animales, 'la gente' sigue ansiosamente a quien le ofrece pan gratis y en abundancia. La misma actitud de la Samaritana junto al manantial de Jacob: “Dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla” (Jn.4,15).

Todo esto sigue siendo comprensible, fruto del “barro” de que fuimos hechos. Pero Jesús, ayudado por la destreza teológica de Juan, pretende elevarnos hoy a un plano superior, reintegrándonos al ideal paradisíaco. No se trata de un diálogo literal entre Jesús y ‘la gente’. Es la elaboración doctrinal del teólogo que, partiendo de las palabras de Jesús, las reconstruye y orienta hacia una instrucción más eficaz de sus lectores. Más que las palabras y obras de Jesús, a Juan le interesa Jesús mismo. La multiplicación de los panes, más que un milagro, es, en Juan, un pretexto, una señal para llevarnos a Jesús, el verdadero PAN de vida. Mejor que toda explicación es la lectura directa del diálogo entre Jesús y ‘la gente’:

Dice Jesús:

Vosotros me buscáis porque habéis comido de los panes

y os habéis saciado.

(El pan no es algo gratuito, es obra del ‘trabajo’, también el pan que propone Jesús. Por eso aconseja:)

Obrad, no por el alimento perecedero,

sino por el alimento que permanece para la vida eterna,

que os dará el Hijo del hombre,

porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.

 

(Primera indicación que señala a Jesús. La formulación en términos laborales determina la pregunta de la gente:)

Ellos le dijeron:

"Qué hemos de hacer para obrar la obra de Dios?"

(Jesús señala más directamente dónde hallar el verdadero pan; cómo ‘obrar las obras de Dios’:)

Jesús les respondió:

"La obra de Dios es que creías en quien él ha enviado."

La afirmación de Jesús parece arriesgada: exige la entrega en un acto de fe. Para un pueblo teocrático, cuya historia está descrita en profecías y signos divinos, parecía lógico pedir señales, un aval, una garantía de lo que Jesús acaba de decir:

Ellos entonces le dijeron:

¿Qué señales haces para que viéndolas creamos en ti?

¿ Qué obras realizas?

Nuestros padres comieron maná en el desierto, según esta escrito:

Pan del cielo les dio de comer."

A la alusión de la gente a Moisés, y al maná como pan caído del cielo, Jesús responde afirmando que el sello de garantía plena del pan lo pone el Padre Celestial, “mi Padre”:

Jesús les respondió: "En verdad, en verdad os digo:

No fue Moisés quien os dio pan del cielo;

es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo;

Ante un pan con sello divino, solo cabe la petición anhelante de ese pan:

"Señor, danos siempre de ese pan."

El momento culminante del diálogo coincide con la conclusión que pretende Juan:

Les dijo Jesús:

Yo soy el pan de la vida.

El que venga a mí, no tendrá hambre,

y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

 

 

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: VAINICA Enviado: 04/08/2012 21:13
 

"Yo soy el pan de la vida.

El que venga a mí, no tendrá hambre,

y el que crea en mí, no tendrá nunca sed".

 Pues siempre y más  ahora en medio de la crisis no me canso de decir :

Señor danos siempre de ese pan...
 


 
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