El ciego Bartimeo y la Nueva Evangelización
En la Misa de Clausura del Sínodo (28-10-2012), el Papa relaciona la curación del ciego Bartimeo (evangelio de hoy –Marcos 10, 46ss-) con la Nueva Evangelización. Hé aquí, extractados, algunos párrafos de la homilía del Papa.
La curación del ciego Bartimeo está colocada al final del «viaje de Jesús a Jerusalén», es decir, la última peregrinación de Jesús a la Ciudad Santa para la Pascua.
Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó,
acompañado de sus discípulos y de una muchedumbre,
el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
Todo el Evangelio de Marcos es un itinerario de fe en el seguimiento de Jesús. Los discípulos son los primeros protagonistas, pero hay también otros personajes que desempeñan un papel importante, y Bartimeo es uno de éstos. Su curación es la última que realiza Jesús, y no es casual que sea la de un ciego.
La ceguera representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios, la luz de la fe, para conocer la realidad y recorrer el camino de la vida. Es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz, de lo contrario se es ciego para siempre (cf. Jn 9,39-41).
Bartimeo, pues, está puesto como modelo. No es ciego de nacimiento, sino que ha perdido la vista: es el hombre que ha perdido la luz y es consciente de ello, pero no ha perdido la esperanza, sabe percibir la posibilidad de un encuentro con Jesús y confía en él para ser curado.
Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:
“Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”
…
Jesús dirigiéndose a él, le dijo:
“¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dijo: “Maestro, que vea!”
Bartimeo representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado. Su invocación, simple y sincera, es ejemplar, y ha entrado en la tradición de la oración cristiana. En el encuentro con Cristo, Bartimeo recupera la vista, se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre.
Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.
San Agustín hace una observación sobre el hecho de que Marcos indica el nombre no sólo de la persona, sino también del padre: «Bartimeo, hijo de Timeo, era un personaje que de una gran prosperidad cayó en la miseria, y ésta condición suya de miseria debía ser conocida por todos, puesto que no era solamente un ciego, sino un mendigo sentado al borde del camino. La recuperación de su vista hizo que ese milagro tuviera una resonancia tan grande como la fama de la desventura que le había sucedió»
Esta interpretación nos invita a pensar que hay riquezas preciosas que no son materiales, y que podemos perder. En esta perspectiva, Bartimeo podría ser la representación de cuantos viven en regiones de antigua evangelización, donde la luz de la fe se ha debilitado, y se han alejado de Dios, ya no lo consideran importante para la vida: personas que por eso han «caído en la miseria» desde una alta dignidad –no económica sino cristiana–, han perdido la orientación segura y sólida de la vida y se han convertido en mendigos del sentido de la existencia. Son las personas que tienen necesidad de una nueva evangelización, es decir de un nuevo encuentro con Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que puede abrir nuevamente sus ojos y mostrarles el camino.
Es significativo que, mientras concluimos la Asamblea sinodal sobre la nueva evangelización, la liturgia nos proponga el Evangelio de Bartimeo. Esta Palabra de Dios tiene algo que decirnos de modo particular a nosotros, que en estos días hemos reflexionado sobre la urgencia de anunciar nuevamente a Cristo allá donde la luz de la fe se ha debilitado, allá donde el fuego de Dios es como un rescoldo, que pide ser reavivado, para que sea llama viva que da luz y calor a toda la casa.
La nueva evangelización se refiere, en primer lugar, a la pastoral ordinaria que debe estar más animada por el fuego del Espíritu…
En segundo lugar, la nueva evangelización está esencialmente conectada con la misión ad gentes. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar a los hombres que aún no conocen a Jesucristo…
Un tercer aspecto tiene que ver con las personas bautizadas pero que no viven las exigencias del bautismo…
Queridos hermanos y hermanas, Bartimeo, una vez recuperada la vista gracias a Jesús, se unió gozoso al grupo de los discípulos. Así son los nuevos evangelizadores: personas que han tenido la experiencia de ser curados por Dios, mediante Jesucristo. Y su característica es una alegría de corazón, que dice con el salmista: «El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres» (Sal 125,3)…