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General: UN ADOLESCENTE ENTRE DOCTORES
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Sariasm  (Mensaje original) Enviado: 30/12/2012 21:47

UN ADOLESCENTE ENTRE DOCTORES

Lucas 2, 41-52

Con esta escena —Jesús entre los Doctores— finaliza Lucas su relato sobre la infancia de Jesús. Una escena bastante extraña sin duda.

[Si el protagonista hubiera sido ‘Jesusito’, el hijo del Sr. José y de la Sra. María, no hubieran faltado los consabidos comentarios: ‘Qué chico más travieso. Lo que habrán sufrido los pobres padres’. Aunque tampoco estos habrían quedado sin su ‘regalo’: ¡A quién se le ocurre! ¡Dejar a un niño solo estos días en Jerusalén, con la gente que hay!]

Pero se trata de Jesús de Nazaret, el Cristo vaticinado por los profetas de Israel, anunciado por un ángel a la Virgen María, cuyo nacimiento en Belén recordamos hace unos días. Y esta circunstancia aumenta nuestra extrañeza.

Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre.

Al año siguiente —a los 13 años— Jesús adquiría ya la mayoría de edad en sentido religioso, y quedaba por tanto obligado a las tres peregrinaciones oficiales y anuales a Jerusalén. Así prescribía así el Libro del Éxodo (23,14-17). Aunque esta obligación no incumbía a mujeres y niños, en familias piadosas —la Sda. Familia sin duda lo era— también niños y mujeres solían peregrinar con los varones.

Al terminar la fiesta, mientras los padres se volvían,

el niño Jesús se quedó en Jerusalén,

sin que ellos lo supieran.

Pensando que iba en la caravana,

hicieron un día de camino

y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos.

Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.

En la fiesta de la Pascua la población de Jerusalén podía duplicarse o triplicarse. No es, pues, de extrañar, el barullo y confusión formados al finalizar la fiesta y emprender el regreso a casa.

Al cabo de tres días lo encontraron en el templo,

sentado en medio de los doctores de la ley,

escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas.

Me cuesta imaginar a los doctores de la Ley, elegidos entre saduceos, escribas y fariseos, debatiendo amigablemente con chiquillos de 12 años. No encaja con el fariseo de la parábola que menosprecia al publicano. Ni con la curación del ciego de nacimiento al que increpan: ¿Has nacido empecatado y quieres enseñarnos? ¿Cuál será la intención de Lucas?

Al verlo, se quedaron desconcertados,

y su madre le dijo: ---Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?

Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.

Todo esto resulta muy normal. Lo que les sucedería a todos los padres en circunstancias semejantes. Pero Lucas parece olvidar que la circunstancia es única, porque los personajes son únicos: Jesús no es un niño corriente; y ¿dónde queda, para María, la escena de la Anunciación?

Él replicó:

--- ¿Por qué me buscabais?

¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?

Son las primeras palabras de Jesús en los evangelios. Y no son muy delicadas para María y José, a los que—de momento—parece privar de la paternidad.

Ellos no entendieron lo que les dijo.

Y creo que nosotros tampoco. ¿Quiso decir que María y José no debían buscarlo? No parece razonable: todos los padres, ante la pérdida de su hijo, se angustiarían y lo buscarían día y noche hasta encontrarlo. ¿Quiso decir que debían haberle buscado directamente en el Templo? Tal vez. Y además ellos debían saberlo: ¿No sabíais que…?

A pesar de la dificultad de comprensión, creo que aquí debemos buscar el punto central de todo el episodio y su motivación. Lucas no intenta hacer historia; es un catequista o teólogo, y escribe, hacia los años 80, desde la fe cristológica de las primeras comunidades: Jesús, aunque nace niño como todos los demás, y aunque pase muchos años de vida oculta, sigue siendo el Hijo del Padre, cuya voluntad vino a cumplir.

La relación de Jesús con Jerusalén y el Templo es una constante en el evangelio de Lucas. Es el lugar de su entrega al servicio de la voluntad divina.

Apenas nacido, es presentado en el Templo (donde dos ancianos, Ana y Simeón, señalan su trayectoria de pasión)

Los tres años de vida pública de Jesús quedan enmarcados en sus viajes de Pascua a Jerusalén (9,51-19,27).

Y en Jerusalén culmina su vida de obediencia al Padre.

Hasta la Iglesia naciente sirve de final, en el Templo de Jerusalén, al evangelio de Lucas: los Once se pasaban el día en el Templo bendiciendo a Dios (24.55)

El episodio marca, pues, el remate de los relatos de infancia de Jesús, y la transición hacia los años de su vida pública. Y es como una epifanía, una revelación momentánea del misterio del Niño (como lo será la transfiguración del Tabor durante la Vida Pública).

Regresó con ellos, fue a Nazaret

y siguió bajo su autoridad.

Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.

Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

El pasaje evangélico termina con una escena familiar que deja entrever la vida oculta de Jesús. Su relación de fidelidad con el Padre del Cielo no le impide el respeto filial hacia los padres de la tierra. De este modo Jesús es el camino, el modelo perfecto de obediencia ante Dios y ante los hombres.

Y María, la eterna silenciosa, aceptando siempre, como Jesús, la voluntad divina en la obra redentora. Identificando su voluntad con el ‘Sí’ de la Anunciación.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: semíramis17 Enviado: 30/12/2012 21:57
Gracias por  tus explicaciones tan pedagógicas.
Me encanta leerte
 


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: VAINICA Enviado: 31/12/2012 17:15
Por eso la dedicación de los padres con los hijos es esencial,
aunque de vez en cuando nos  den algún plantón como hizo Jesús con sus padres...

Deseo  de todo corazón que tengas

feliz salida y entrada de año nuevo.


 
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