
Mi querida Eva de Gustavo Martín Garzo:
El amor es una lengua extraña, que hablamos casi por intuición.
Ese idioma no necesita maestros; los chicos lo balbucecan con miradas y gestos,
los adultos a veces lo descubren cuando ya es demasiado tarde y los viejos lo recuerdan
para poder morir dignamente.
De esa lengua nos habla Martín Garzo en Mi querida Eva, una historia ambientada en Valladolid,
en un cálido verano de hace ahora muchos años, cuando Alberto, Eva y Daniel eran unos adolescentes
que corrían con los ojos cerrados hacia la vida y escuchaban embelesados las aventuras
de un boxeador que en su juventud había colgado los guantes para seguir a una bella
actriz americana al otro lado del chaco y volvió musitando palabras apasionantes en inglés.
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No es que me haya entusiasmado este libro, pero me ha hecho recordar tiempos pasados en mi ciudad; Valladolid.