Por cortesía del arzobispado de Buenos Aires, ofrecemos aquí unos extractos de las homilías más recientes del nuevo Papa.
¿Qué piensa el Papa Francisco sobre...?
LA FE
La experiencia de la Fe nos ubica en Experiencia del Espíritu signada por la capacidad de ponerse en camino... No hay nada más opuesto al Espíritu que instalarse, encerrarse. Cuando no se transita por la puerta de la Fe, la puerta se cierra, la Iglesia se encierra, el corazón se repliega y el miedo y el mal espíritu “avinagran” la Buena Noticia. Cuando el Crisma de la Fe se reseca y se pone rancio, el evangelizador ya no contagia sino que ha perdido su fragancia, constituyéndose muchas veces en causa de escándalo y de alejamiento para muchos. El que cree es receptor de aquella bienaventuranza que atraviesa todo el Evangelio y que resuena a lo largo de la historia, ya en labios de Isabel: “Feliz de ti por haber creído”, ya dirigida por el mismo Jesús a Tomás: “¡Felices los que creen sin haber visto!” (9 junio 2012)
LA EVANGELIZACIÓN
No basta con que nuestra verdad sea ortodoxa y nuestra acción pastoral eficaz. Sin la alegría de la belleza, la verdad se vuelve fría y hasta despiadada y soberbia, como vemos que sucede en el discurso de muchos fundamentalistas amargados. Pareciera que mastican cenizas en vez de saborear la dulzura gloriosa de la Verdad de Cristo, que ilumina con luz mansa toda la realidad, asumiéndola tal como es cada día. Sin la alegría de la belleza, el trabajo por el bien se convierte en eficientismo sombrío, como vemos que sucede en la acción de muchos activistas desbordados. Pareciera que andan revistiendo de luto estadístico la realidad en vez de ungirla con el óleo interior del júbilo que transforma los corazones, uno a uno, desde adentro. (22 abril 2011)
LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Dios vive en la ciudad y la Iglesia vive en la ciudad. La misión no se opone a tener que aprender de la ciudad –de sus culturas y de sus cambios- al mismo tiempo que salimos a predicarle el evangelio. Y esto es fruto del evangelio mismo, que interactúa con el terreno en el que cae como semilla. No sólo la ciudad moderna es un desafío sino que lo ha sido, lo es y lo será toda ciudad, toda cultura, toda mentalidad y todo corazón humano.
La contemplación de la Encarnación, que San Ignacio presenta en los Ejercicios Espirituales, es un buen ejemplo de la mirada que aquí se propone. Una mirada que no se queda empantanada en ese dualismo que va y vuelve constantemente de los diagnósticos a la planificación, sino que se involucra dramáticamente en la realidad de la ciudad y se compromete con ella en la acción.
El evangelio es un kerigma aceptado y que impulsa a transmitirlo. Las mediaciones se van elaborando mientras vivimos y convivimos. (25 agosto 2011)
(Correo)
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