"¿Qué llevabas conversando?"
me dijiste, buen amigo
y me detuve asombrado
a la vera del camino.
"¿No sabes lo que ha pasado
ayer en Jerusalén?
¿de Jesús de Nazaret
a quien clavaron en cruz?
Por eso me vuelvo triste
a mi aldea de Emaús
Por la calzada de Emaús
un peregrino iba conmigo;
no le conocí al caminar,
ahora sí, en la fracción del pan.
"Van tres días que se ha muerto
y se acaba mi esperanza.
Dicen que algunas mujeres
al sepulcro fueron de alba".
Pedro, Juan y algunos otros
hoy también allá buscaron.
Mas se acaba mi confianza;
no encontraron a Jesús.
Por eso me vuelvo triste
a mi aldea de Emaús.
"Oh, tardíos corazones
que ignoráis a los profetas.
en la Ley ya se anunció,
que el Mesías padeciera;
y, por llegar a su gloria
escogiera la aflicción".
En la tarde de aquel día
yo sentí que con Jesús
nuestro corazón ardía
a la vista de Emaús.
Hizo señas de seguir
más allá de nuestra aldea;
y la luz del sol poniente
pareció que se muriera.
"¡Quédate, forastero;
ponte a la mesa y bendice!"
Y al destello de su luz
en la bendición del pan
mis ojos conocerán
al amigo de Emaús.