Ningún hombre es una isla
La gente solo presta atención a lo que pierde en el momento de la muerte, porque la muerte llega como el pescador, sacándole del océano de la vida.
Según eres sacado de la vida, de pronto comprendes: “¡Dios mío! He estado vivo y nunca me había dado cuenta de ello.
Podría haber bailado, podría haber amado, podría haber cantado, pero ahora es demasiado tarde”.
La gente solamente lo aprecia en el momento en que están muriendo, que han estado continuamente rodeados por la energía eterna de la vida, pero que nunca han participado en ella. Tu vida cotidiana es tu templo y tu religión.
Actúa con atención, actúa conscientemente, y muchas cosas empezarán a cambiar naturalmente.
Yo no tengo ninguna filosofía de no-violencia, pero sí un modo de vida que puedes llamar “reverencia hacia la vida”.
Lo cual es una perspectiva totalmente distinta.
La no-violencia sencillamente dice no matar a otros. ¿Crees que eso es suficiente? Solo es una enunciación negativa: no matar a otros, no dañar a otros.
¿Es eso suficiente?
La reverencia hacia la vida dice compartir, ofrece tu alegría, tu amor,
tu paz, tu dicha.
Lo que quiera que puedas compartir, compártelo.
Si eres reverente hacia la vida, se convierte en un culto.
Entonces sientes que Dos está vivo en todas partes.
Observar un árbol se convierte en culto. Dar de comer a un invitado
se vuelve un culto.
Y no estás complaciendo a nadie, no estás haciendo un servicio; simplemente estás disfrutando.
Todo niño nace bello, pero según va creciendo comienza a aprender formas de cómo ser feo, cómo ser competitivo, celoso, violento, destructivo, agresivo.
Poco a poco pierde todo contacto con la vida porque ha perdido su reverencia hacia ella.
Si me preguntas, diré que la religión es reverencia hacia la vida.
Y si no tienes reverencia hacia la vida, no puedes concebir nada de la existencia –los árboles, los pájaros y los animales- como distintas expresiones de la misma energía. En el origen somos hermanos y hermanas de los animales, de los pájaros y de los árboles; y si empiezas a sentir esta hermandad, descubrirás el primer sabor de lo que la religión es.
Ningún hombre es una isla, todos somos parte de un vasto continente.
Existe variedad, pero eso no nos hace separados.
La variedad hace más rica la vida –parte de nosotros está en los Himalayas, parte de nosotros en las estrellas, parte de nosotros en las rosas.
Una parte de nosotros en el pájaro en vuelo, una parte de nosotros en el verde de los árboles. Nos extendemos por todas partes.
Experimentarlo como una realidad transformará todo tu planteamiento sobre la vida, transformará cada uno de tus actos, tu propio ser.
Estarás lleno de amor; lleno de reverencia hacia la vida.
Por primera vez, según mi opinión, serás verdaderamente religioso –no un cristiano, no un hindú, no un musulmán, sino verdaderamente, puramente religioso.
La palabra religión es hermosa.
Viene de una raíz que significa unir a aquellos que por ignorancia
se han separado; juntarlos, despertarlos para que puedan ver
que no están separados.