Yo te siento en la rosa. Tanto más grande siento yo mi alma, cuanto son más pequeñas las cosas que la mueven.
¡Ay esas almas lentas como animales hartos, que van a Ti pisando mansamente sobre el fango sonoro y necesitan para reconocerte la voz de la tormenta o la engolada frase inmensa y solemne!
Señor: Yo te siento en la rosa y en la nieve y en la rama sin flores y en el plátano verde que sombras, en el centro de la plaza, la fuente.