Ha fallecido la madre de nuestra querida amiga Rosalía.
Desde aquí nuestro cariño, apoyo .
Nos unimos en oración por el alma de su madre de nombre Segunda.
Señor: Tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino, que aunque mórimos no somos, carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos, nuestro destino es vivir, siendo felices contigo, sin padecer ni morir.
Cuando la pena nos alcanza por un ser querido perdido, cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza. En tu palabra confiamos con la certeza que Tú ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.
Cuando, Señor, resucitaste, todos vencimos contigo nos regalaste la vida, como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado, no va a faltarnos tu amor, porque muriendo vivimos vida más clara y mejor.
Amén.
Segunda fue una buena persona, yo la recuerdo con mucho cariño.
Que el Señor premie sus buenas obras y le conceda el descanso eterno.
Te recuerdo en estos momentos, amiga Rosi, (y me recuerdo a mí mismo, ya que también la hermana muerte ha visitado—esta semana—mi familia en la persona de un hermano) esta frase-oración de S. Francisco:
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana
la muerte corporal…
(S. Francisco de Asís)
No la considero sólo una frase más o menos bonita, sino la meta gloriosa de una vida como la de Jesús, reflejada en esta Décima—verso, oración y fe—ante el Cristo de Velázquez:
Cristo clavado en la cruz,
que inclinas tu faz, rendida
por darme, en tu muerte, vida
y, en mi noche oscura, luz.
Cuando te miro al trasluz
de mi fe, Jesús inerte,
leo en Ti mi propia suerte:
morir cual grano de trigo,
para renacer contigo,
CRISTO DE LA BUENA MUERTE.
El ‘D.E.P.’ (‘Descanse(n) en paz’ ´-R.I.P. en latín-) que escribimos en los recordatorios o lápidas de nuestros difuntos no es sólo el deseo de eterno descanso en la paz de los muertos para nuestros seres queridos, sino la convicción de que ellos siguen viviendo, ya eternamente, en la Paz de Dios. 'La vida se cambia, no desaparece'. Este es el ‘D.E.P.’ que yo deseo para tu madre, para mi hermano y para cuantos tiene presentes el libro de la Sabiduría (3,1): “La vida de los justos está en las manos de Dios… Los insensatos pensaban que habían muerto… pero ellos están en paz”. Lo asegura Él mismo:
Despues de dar cristiana sepultura a mi madre en nuestro pueblo natal, estoy aquí para daros las gracias por vuestras oraciones y vuestras palabras hacia mí.
Me uno a vosotros en oración por el hermano de Santiago y por ella.