Tres del tres del dos mil siete tu cara se transformó en varios tonos distintos pasadas las veintidós.
Comenzó sobre esta hora cubriéndose de color comenzando por el cuello la cinta negra subió.
Lentamente iba creciendo el negro hasta tu interior al cubrir tu cara entera rojizo el velo quedó.
Velo rojo que cubriste la cara más contemplada dándole luz las estrellas para verla iluminada.
Hay luna de mis amores cómo embelesas mis ojos, plateada, negra o, roja, son tres colores preciosos.
El eclipse ha sido visto y contemplado a la vez, porque millones de ojos miran a las veintitrés, viendo como iba cambiando la luna de atardecer.
Cuando quedaste eclipsada no me lo quise perder tu contraste de colores de tarde, en tarde, se ven.
Este color de tu cara mis ojos no lo verán, si para volver a verlo veintidós han de pasar.
Veintidós años son muchos para personas maduras, para ti un atardecer por estar en las alturas.
Tú serás siempre la misma porque te vas renovando, nosotros los seres vivos los ciclos son acabados.
Las estrellas iluminan a su luna plateada, porque con su velo rojo de su belleza hacen gala.
La noche estaba serena, el cielo de azul cobalto, tú mi luna plateada te pusiste nuevo manto.
Entre el negro y el rojizo cubriste tu cara entera, según pasaban las horas se aclaraba tu belleza y las estrellas brillaban cerca de tu cabecera.
Así contemplé el eclipse a la orilla del río, por ser el sitio ideal viendo el cielo claro y limpio.
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