¡Madre mía, Socorre a mis hijos!,
que está palabra sea el grito de mi corazón desde la aurora.
¡Oh, María que tu bendición los acompañe, los guarde, los defienda, los anime, los sostenga en todas partes y en todas las cosas!.
Cuando postrados ante la presencia del Señor, le ofrezcan los tributos de alabanza de oración, cuando le presenten sus necesidades o imploren sus Divinas Misericordias.
¡Madre mía, socorre a mis hijos!.
Cuando se dirijan al trabajo donde el deber los llama, cuando pasen de una ocupación a otra, a cada movimiento que ejecuten, a cada paso que den y a cada nueva acción,
¡Madre mía socorre a mis hijos!
Amén.
Que tu bendición, Madre mía, descienda sobre ellos, en el día en la noche, en el consuelo, en la tristeza, en el trabajo, en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte, y que esta no sea repentina, y por toda una eternidad. Así sea.
Ave maría (tres veces)