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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 06/03/2020 01:11 |
YO SOY UN EMBAJADOR DE LA PAZ.
Cuando pienso en la inmensidad de la tierra y la diversidad de quienes la habitan, me maravillo. Qué bendición es poder vivir en este bello planeta y explorar países, culturas y tradiciones.
Yo soy un ciudadano del mundo, con el privilegio y la responsabilidad de tratar al planeta y a sus habitantes con respeto. Aliento la paz, comenzando en mi comunidad y expandiéndola hasta incluir a mi ciudad, mi país, mi continente y el mundo entero. Cada persona puede hacer la diferencia.
Al mantener pensamientos apacibles y actuar afablemente, soy un ejemplo de honradez e inclusión. Mis acciones benefician a cada persona con quien tengo contacto. Respeto a todas las culturas y promuevo la paz y la comprensión.
¡Que se alegren los cielos y se regocije la tierra! Digan entre las naciones: “¡El Señor es rey!′—1 Crónicas 16:31
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AL ORAR, AFIRMO Y ACEPTO MI BIEN.
Orar es una actividad sagrada, una manera de sentirnos conectados con Dios y con todos y todo en el universo. La oración me eleva a una nueva conciencia de mi identidad divina. El tiempo que paso en oración afirmativa me sostiene cuando enfrento un desafío en mi vida o cuando siento preocupación por un ser querido.
Si no me siento bien, avivo la vida en mí según oro. Si dudo acerca de mi próximo paso, acudo a mi luz interna y permito que la sabiduría divina inspire mis palabras y acciones. Recuerdo que soy amor y expreso amor a otros.
Mi día se torna más brillante cuando establezco la intención de ser luz. Con cada oración doy gracias, sabiendo que el bien que deseo ya está disponible, solo espera que yo lo acepte.
Si ustedes creen, todo lo que pidan en oración lo recibirán.—Mateo 21:22
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SOSIEGO MI CUERPO, MENTE Y CORAZÓN.
Pareciera que soy bombardeado con mensajes, llamadas y noticias que compiten por mi atención. Entonces, ¿qué puedo hacer para sosegarme. Sé que he de atender mis responsabilidades, mas también necesito hacer aquello que fomente y apoye mi salud. Deseo cerrar los ojos sin visualizar una lista de cosas por hacer.
Determino tomar tiempo para restablecerme, aunque sean solo unos minutos. Descanso mi cuerpo en una silla cómoda. Conforto mi corazón recordando el amor y el gozo que disfruto en mi vida. Acallo mi mente alineando mi ser con el Espíritu divino en oración y meditación.
Una vez que siento calma, continúo con las actividades de mi día —con energía, gratitud y propósito. Recuerdo que siempre hay suficiente tiempo para hacer lo que es importante para mí.
Que la misericordia, la paz y el amor abunden en ustedes.—Judas 1:2
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YO SOY BENDECIDO CON LA FORTALEZA PARA SER Y HACER LO MEJOR.
Existen varios tipos de fortaleza: la física que hace que mi cuerpo pueda realizar una tarea en particular, la mental que me apoya según cumplo con una responsabilidad o desarrollo una nueva destreza, la emocional que me ayuda a superar un desafío y tener el valor para seguir adelante.
Cada una de ellas es optimizada cuando les añado mi fortaleza espiritual y confío en que Dios me respalda con Su guía, confianza y consuelo. Al mantenerme consciente de Dios durante mis experiencias, soy infundido con mayor energía física, mantengo una agudeza mental cabal y mi corazón se torna más afable y sosegado. Sé que con Dios tengo la fortaleza que necesito, tanto interna como externamente, para lograr un objetivo o superar cualquier desafío que se presente.
Mi Señor, mi fortaleza, ¡yo te amo!—Salmo 18:1
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EL AMOR PERDONADOR DE DIOS OBRA POR MEDIO DE MÍ PARA BENDECIR A LOS DEMÁS.
Cuando alguien me lastima o hiere a mis seres queridos, puedo justificar sentirme resentido. Puedo hasta justificar mi indignación. Sin embargo, en lo profundo de mi ser reconozco la Verdad: solo el perdón puede brindarme la sanación que necesito.
No es parte de mi naturaleza mantener pensamientos de rencor. Si me apego al resentimiento, a la única persona que lastimo es a mí.
Hoy decido soltar cualquier sentido de culpa. Libero la animosidad y los pensamientos negativos. Perdonar levanta una carga pesada de mi alma y mi corazón. Me siento libre, animado y renovado. Yo soy capaz de sentir el amor de Dios completamente en mi mente y mi cuerpo según respiro profundamente. Experimento olas de paz fluyendo en mí.
No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.—Lucas 6:37
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De: VAINICA |
Enviado: 27/03/2020 09:29 |
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