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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 01/11/2020 17:08 |
Vivo en el fluir divino de amor y vida.
En el fluir
Hoy reclamo mi derecho divino de nacimiento. Soy una creación de Dios, inmersa en la energía de la luz, el amor y el gozo. Sin importar las apariencias externas, sé que todas las cosas trabajan juntas para mi mayor bien. Tengo fe en que el amor divino me apoya y sostiene en todas las circunstancias. Al descansar y aceptar mis bendiciones, avanzo libremente hacia un bien todavía mayor.
Tengo fe en el gran amor de Dios por mí. Con profundo agradecimiento, me doy cuenta de que el amor de Dios es incondicional, para ser dado y experimentado libremente. El amor llena toda área de mi vida. ¡Qué gozo es vivir en el fluir divino de vida y amor!
“Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.”—Juan 7:37, 38
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De: VAINICA |
Enviado: 04/11/2020 10:08 |
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PERSONIFICO Y EXPRESO LA FORTALEZA ESPIRITUAL.
Abro mi corazón al orar. La verdadera fortaleza espiritual es diferente al control o el dominio y es mucho más poderosa. Cuando considero las variadas expresiones de la vida, me doy cuenta de que la verdadera fortaleza no es inflexible ni dura, sino comprensiva y compasiva. No se impone sino que apoya el mayor bien de todos.
Sin importar mis circunstancias actuales, cuento con un recurso interno, un centro de fortaleza sin límites. Avivo ese centro interior visualizando que mi corazón late con energía y vida poderosas. Mi postura refleja esa nueva conciencia de paz y confianza. Me siento fuerte. Sé que tengo el apoyo de mi fuente universal de fortaleza y poder fluyendo por todo mi ser.
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré.—Isaías 41:10
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De: VAINICA |
Enviado: 21/11/2020 09:37 |
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AL ORAR, ENCUENTRO PROFUNDA PAZ.
Mientras más ocupado estoy, más elusiva puede parecer la paz. Cuando la calma se me escapa, sé que debo aquietar mi mente y abrir mi corazón para redescubrir la paz de Dios en mí. Comienzo respirando profundamente. Poco a poco, mi respiración sosiega mis pensamientos y calma mis sentimientos. Al tranquilizarme, afirmo: La paz profunda es mía ahora.
Al orar libero los pensamientos de todo lo que tengo por hacer. Afirmo orden divino cuando pienso en horarios, obligaciones y ocupaciones. Uso el poder de mi imaginación para visualizar que cumplo con todos mis asuntos y compromisos con aplomo y a tiempo. La paz ya no se siente elusiva, ¡la he descubierto en mí!
Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.—Juan 16:33
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