Olimpismo y poesía
POR Mariano Nava
Contreras
Estamos más que habituados a escuchar que los Juegos
Olímpicos nacieron en la antigua Grecia y generalmente no reparamos en lo que
esto significa. Es lo que pasa con los lugares comunes. Casi siempre, de tanto
escuchar algo, se nos vuelve obvio y perdemos la conciencia de su significado.
La idea del deporte, tal y como la concibieron los antiguos griegos, tiene una
vital influencia en nuestra vida cotidiana. Sin ella, el mundo contemporáneo es
prácticamente incomprensible, al menos de este lado del mundo.
No olvidaré el día en que leí por primera vez el episodio de
los Juegos Fúnebres en honor a Patroclo, que se relata en el canto xxiii de
la Ilíada. Patroclo había caído bajo la espada del troyano
Héctor, lo que desata la furia de Aquiles. Éste finalmente entra en combate
para vengar a su amigo y ambos guerreros se enfrentan en duelo singular. Frente
a las murallas de Troya, Aquiles da muerte a Héctor y se ensaña con su cadáver.
En el canto xxiii, Patroclo se aparece en sueños a Aquiles y le ruega que le haga
las correspondientes honras para que pueda al fin descansar y descender a la
temible mansión de Hades, el infierno.
Aquiles realiza las exequias, pero además organiza unas
competencias deportivas en memoria de su amigo. Manda a sacar de sus
tiendas espléndidos trofeos para los atletas vencedores: trípodes de oro,
robustos bueyes, hermosas esclavas. Con insuperable realismo, Homero narra las
justas. Al leer sus versos nos parece escuchar el estruendo del galope y ver la
polvareda que levantan los carros en la carrera, los gritos de los aurigas y el
chasquido de los látigos sobre los caballos. Podemos sentir la tensión de la
lucha (“sus espaldas crujían, estrechadas fuertemente por los vigorosos brazos;
copioso sudor les brotaba de todo el cuerpo”), el griterío de los asistentes
alentando a los corredores (“todos los aqueos aplaudían los esfuerzos que hacía
Odiseo por alcanzar la victoria y le animaban con voces”), la tensa
concentración de los arqueros (“Meríones acercó a la cuerda la flecha que tenía
preparada y votó a Apolo sacrificarle una hecatombe perfecta de corderos
primogénitos”). A mí me costaba entender que se organizaran unas competencias
deportivas en honor a un muerto. Ese día aprendí que unas honras fúnebres
pueden ser también excusa para que la vida celebre a la vida.
De todos los herederos de Homero, fue Píndaro el que cultivó
la inspiración deportiva. De hecho, el tebano es el primero en cantar la gloria
de los atletas. Sus odas están dedicadas a los vencedores de los diferentes
juegos, que eran más que los que se daban en Olimpia cada cuatro años: los
Ístmicos, que se celebraban en Corinto en honor a Poseidón; los
Nemeos, que tenían lugar cada dos años, y los Píticos, que se celebraban en
Delfos en recuerdo de la muerte de la serpiente Pitón a manos de Apolo. También
estos últimos, como los que narra Homero, tenían carácter funerario.
Píndaro dedica, pues, sus odas a los triunfadores de estas
contiendas:
…llegué cual mensajero
proclamando, tras veinte victorias,
esta otra gloria que, Alcímidas, has ofrecido
a tu célebre estirpe…
Nemea VI, a Alcímidas de Egina, vencedor en la
lucha.
Por toda Grecia hallarás,
si las buscas, más victorias
que las que pueda tu vista abarcar.
Olímpica XIII, a Jenofonte de Corinto, vencedor
en la carrera y el pentatlón.
La ocasión, desde luego, es propicia para celebrar las
condiciones físicas del atleta:
…este hombre, por designio divino, ha llegado
a ser fuerte de brazos, diestro en músculos, de valiente mirada…
Olímpica IX, a Efarmosto de Opunte, vencedor en
la palestra.
Pero el poeta también repara en la psicología del vencedor,
en el sentimiento de la victoria:
Sentir el éxito es el primero de los premios
y escuchar las alabanzas es el segundo. La más alta corona recibe el hombre que
consigue ambos.
Pítica I, a Hierón de Etna, vencedor en la
carrera de carros.
Sin embargo, el encomio es también ocasión de las más
profundas reflexiones, como en el célebre pasaje que a su vez inspiró el de
Calderón en La vida es sueño:
¡Seres de un día! ¿Qué es uno? ¿Qué no es? ¡Sueño de una
sombra
es el hombre! Pero si llega la gloria, regalo de los dioses,
surge una luz brillante y amable existencia entre los mortales.
Pítica VIII, a Aristomenes de Egina, vencedor en
pugilato.
Actualmente numerosos trabajos se dedican a estudiar desde
la historia y la arqueología los Juegos Olímpicos de la antigüedad, así como a
resaltar la inmensa deuda que guarda con ellos el olimpismo moderno. La idea de
que todas las naciones pueden reunirse en torno a unas competencias deportivas,
respetando y sometiéndose a unas normas de manera pacífica, de que unos juegos
pueden estar por encima de las diferencias políticas, es sin duda uno de los
elementos que actualmente marcan la convivencia civilizada entre las naciones.
Pero más allá, el concepto de la gloria deportiva, el encomio de los
vencedores, la psicología del triunfo y el ideal de la victoria comenzaron a
configurarse por primera vez para nosotros bajo unos códigos que se forjaron en
los versos de aquellos primeros poetas griegos.
¡ La alegría no tiene idioma ¡
Ves la sonrisa a flor de boca
Cuando triunfan en las justas los atletas
y orgullosos levantan su bandera
por la que han venido dispuestos a luchar.
Observar como avanzan codo a codo
por llegar a la meta deseada
por la que han sacrificado tanto tiempo.
van dejando en las pistas toda el alma
por lograr una medalla que ofrecen a sus pueblos
con lealtad y con amor.
No se compite por supremacía de religiones ni de razas
solo ves esa hermosa juventud que da el ejemplo
de como se puede vivir en libertad.
Sin pensar en las guerras insensatas
Que se traman por codicia y por poder.
En un podio solo ves ese ejemplo
de constancia sacrificio y de valor
cuando muestran sus preseas victoriosos
y se funden sus colores y banderas
dando al mundo una lección,
¡Que se puede vivir en armonía, sin terror, sin opresión.¡
Hoy con orgullo cada 4 años me gusta celebrar, festejar y
disfrutar de los juegos olímpicos que ahora la cede es en Paris 2024.
En donde se juntan los 5 continentes de nuestro querido
planeta y agradezco a la antigua Grecia con sede a la ciudad Olimpia que cada 4
años prenden la antorcha olímpica que hace su camino para llegar al cede anfitrión.
Aquí les dejo parte su historia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Juegos_Ol%C3%ADmpicos
|