El legado de mi Padre
Tuve un padre maravilloso.
Yo era su única hija. En 1907 me llamó y me dijo: "voy a morir y no tengo nada que dejarte.
Tendrás que salir a luchar por la vida. ¿Cómo lo harás? Ni eres bonita ni lo serás nunca.
No tienes nombre. No tienes dinero. Pero voy a dejarte una herencia. Tres máximas sencillas. Si las observas, el mundo será tuyo."
La primera:
NUNCA TEMAS LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS.
La gente se preocupa del ¿qué dirán? más que de cualquier otra cosa en el mundo.
Grandes generales, con enormes ejércitos bajo su mando,
pelean valientemente contra los enemigos más formidables, pero suelen aterrarse del "¿qué dirán?".
La segunda -me dijo- es aún más importante:
NO ACUMULES COSAS MATERIALES.
No lo hagas, so pena de convertirte en esclava de ellas.
Así, pensé yo, cuanto más poseamos más esclavos seremos; he vivido siempre tan libre como el aire, y esto es maravilloso.
Y la tercera máxima, que es la que me ha proporcionado mayores satisfacciones:
PROCURA SER SIEMPRE QUIEN PRIMERO SE RÍA DE TI.
Todos tenemos algo de ridículo y todo el mundo goza con reírse a expensas de los demás.
Cuando seas la primera en reírte de tus defectos,
la risa del prójimo no te hará mella alguna sino que rebotará como si estuvieses protegida por una armadura de oro.
También he seguido siempre este consejo...
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