Yo nunca había visto ,
como vi el otro día, un zarzal enamorado.
Sobre la hierba verde , en maraña espinosa,
estaba la jovencita
brillando como una estrella .
Y cuando el zarzal apresaba su cabellera rubia ,
ella lo rechazaba con una blanca mano ;
pero él volvía a ella
tenaz, como jamás en un zarzal se ha visto .
Nunca jamás yo vi batalla amorosa
cual vi sobre sus trenzas deshechas
y en su rostro arañado.
¡ Oh cuántos gritos en ese momento
mi corazón contuvo ;
por fuerza parecía sonreir ,
pero, a la vez , decía en mi interior :
<< ¡ Consienta Dios que yo sea un zarzal ! >> .
FRANCO SACCHETTI