Mientras nace la aurora en mis días solitarios
Te recorro alerta… en el aire de la meseta,
En cada trinar del ruiseñor, en la campana de la ermita lejana…
En mi, en mis suspiros, en mi alma,
Mi cálido dueño!
Dónde te encuentras… dónde te aquietas…
En los balcones que están vacíos, en la hamaca que espera tendida;
Muéstrame tu rostro, muéstrame tus latidos, muéstrate amor,
Quiero tenerte aquí a mi lado como mi sombra, como ni ropa,
Mi dulce dueño!
Te llamo en los montes con voz de torcaza,
Te busco en mis ojos que están desteñidos,
De mirar a tientas esa luz escondida entre tus geranios.
Te miro en la fuente de azul transparente
Y veo mis ojos vacíos de ti,
Mi cálido dueño!
Te encuentro en la noche cargada de estrellas,
Te veo muy lejos, quizá en mis sueños, en otra alborada,
Vestido de verde color de esperanza;
Y vuelvo a tu lado a esperar la aurora
Para entregarte mi anhelo…
Mi dulce dueño!
Escucho a lo lejos la voz de tus poemas,
Me llaman… me llaman… con voz de ternura,
Mi alma temblando se muere de frío y buscan tus brazos
Que se tienden dulces en la lejanía
Ya voy amor mío espera un instante,
Mi cálido dueño!
Estoy callada en tu alma de dulces latidos,
En tus letras vivas de esperanzas nuevas,
voy en tus emociones que llegan radiantes
vivo en cada suspiro… en cada mirada tuya…
No me encuentras afuera porque estoy en ti, muy dentro, sí…
Mi dulce dueño!
Mírate por dentro, mírame en tus adentros,
Estoy haciendo historia en tus momentos
Porque soy parte tuya y tu destino, ese es mi anhelo;
No te quiero a medias, te quiero todo, te quiero mío,
olvida la espera porque estoy en ti…
Mi eterno dueño!
Ninfa Duarte
|